Los Jardines Vaticanos acogieron una fiesta bávara en honor del Papa emérito
Aunque Benedicto XVI no bebe habitualmente alcohol, como a todo buen bávaro le encanta brindar con la cerveza de su tierra. Y más si se trata de festejar su 90 cumpleaños como sucedió ayer a media tarde frente a la puerta de su residencia en los Jardines Vaticanos.
El Papa emérito tenía buen aspecto y posó de pie para distintas fotografías que algunos de los visitantes compartieron enseguida en las redes sociales en Alemania. Todo fue muy familiar y discreto, en un día de gran calma pues el lunes de Pascua es festivo en el Vaticano. La principal alegría fue la presencia de su hermano mayor Georg Ratzinger, también sacerdote y también gran aficionado a la música, al que se siente muy unido de toda la vida. Por desgracia, Georg va poco a Roma debido a su avanzada edad y un problema de práctica ceguera, que le obliga a llevar siempre gafas oscuras y a caminar del brazo de alguien, además de apoyarse en su bastón.
El primer ministro de Baviera, Horst Seehofer y un grupo de amigos bávaros, algunos de ellos vistiendo el atuendo tradicional, acudieron al Vaticano para celebrar con Benedicto XVI un cumpleaños redondo que en realidad había sido el día anterior, pero cuyo festejo se retrasó, a petición del homenajeado, para no interferir con el Domingo de Pascua. El primer ministro trajo como regalo una cesta de productos típicos de Baviera, a la que se unieron regalos de otros visitantes. Como es tradicional en toda fiesta bávara con vestimenta típica, las plumas y penachos de los gorros daban un aire de alegría. En total participaron en torno a una treintena de personas.
Pero tal como le gusta a Benedicto XVI, todo fue muy sencillo. Un brindis con cerveza en grandes jarras, un aplauso y, sobre todo, un rato de tertulia sentados en un círculo de sillas frente a la puerta de la residencia Mater Ecclesiae. Una gran sombrilla blanca protegía al Papa emérito, que es de tez muy blanca y sensible a la luz. Era una sencilla fiesta de familia en el jardín.
«A por los cien»
Joseph Ratzinger ha sido siempre muy discreto, casi tímido, en lo que se refiere a él mismo. Pero tiene un punto vulnerable que son las cosas de su tierra y sus amigos bávaros. Y por eso aceptó que viniesen a festejarle, como sucedió en su 80 cumpleaños. Entre los brindis y deseos no faltó el deseo de «¡A por los cien!».
En realidad, la pequeña fiesta bávara fue el punto final de una serie de homenajes y celebraciones que se han ido prodigando discretamente en las últimas semanas. El Papa emérito ha recibido un gran número de cartas de jefes de Estado y de cardenales y obispos de todos los continentes, así como de personalidades intelectuales, artísticas, etc., por no mencionar sus antiguos alumnos.
Pero, según su secretario personal Georg Gaenswein, le ha conmovido recibir también muchísimas cartas de personas de todo el mundo que no le han conocido personalmente y que él mismo tampoco conoce. Son fieles católicos de a pie que le agradecen sus dos décadas al frente de la Congregación de la Doctrina de la Fe, sus ocho años de pontificado y sus cuatro años como ejemplo modelo de Papa emérito.
Juan Vicente Boo/ABC
Foto: L’Osservatore Romano/REUTERS