Las Jornadas Abiertas de Teología de Lugo han abordado la relación entre cristianos y musulmanes de la mano del profesor Serafín Fanjul, el jesuita Samir Khalil Samir y el arzobispo de Granada, Javier Martínez
La diócesis de Lugo, junto con el Instituto Teológico Lucense, el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Dámaso y el seminario diocesano, celebraron del 20 al 22 de febrero, la XXXI edición de las Jornadas Abiertas de Teología, que abordó la relación entre cristianismo e islam.
Por la ciudad gallega pasaron para hablar sobre esta cuestión Serafín Fanjul, catedrático de Literatura Árabe; el padre jesuita egipcio Samir Khalil Samir, y el arzobispo de Granada y presidente de la Comisión de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal, Javier Martínez.
El primero acercó la realidad de la coexistencia del cristianismo, islam y judaísmo a lo largo de nuestra historia, una aproximación complementaria con la del padre Samir Khalil Samir, que habló del islam como desafío hoy. Y lo hizo a través de tres cuestiones primordiales: coincidencias y divergencias entre el cristianismo y el islam, el tema del fundamentalismo islámico y una consideración sobre qué actitud hay que adoptar en relación con el islam.
Las diferencias, según el jesuita egipcio, son claras. «Mientras el islam es un proyecto global –político, económico, militar, jurídico, religioso, cultural, etc.–, el cristianismo es un proyecto espiritual humanístico. El primero tiene como fundamento un texto y el segundo una persona: Cristo», explicó. Otra de las diferencias que constata es la de la ética, pues mientras «un musulmán considera a cada musulmán como hermano y al resto como extraños o enemigos, un cristiano ve a todo ser humano como hermano».
En cuanto al fundamentalismo dentro del islam, Khalil Samir Kahlil apunta directamente a tres corrientes: el wahabismo, «que ha llegado a ser la base de Arabia Saudí y Qatar, con su visión rigorista»; los Hermanos Musulmanes en Egipto; y los salafistas, «que quieren reproducir exactamente el modo de vida y las normas de la primera generación de musulmanes en el siglo VII».
Sobre la convivencia hoy entre cristianos, judíos y musulmanes, el jesuita afirma que es posible, pero muy difícil. «Occidente es cada vez menos religioso. El islam, en cuanto proyecto global tiene grandes dificultades para integrarse en cualquier otra sociedad no musulmana», explica.
Finalmente, explica que la posición de nuestras sociedades ante el islam es la de la acogida e integración, la amistad y fraternidad y la de compartir experiencias espirituales y religiosas.
El padre Samir realiza unas propuestas concretas sobre la integración de los musulmanes que llegan a nuestras sociedades: «Sería deseable que fuesen distribuidos en varios lugares, con responsables preparados para ayudarlos a integrarse. Esencial es evitar el paro y ofrecer cursos de idiomas. Es una fase que durará unos dos años».
Sobre la experiencia espiritual y religiosa, añade: «Interesarse por sus tradiciones, y dialogar sobre nuestras concepciones de la vida, sobre nuestra fe y la suya. No tener miedo de afrontar las cuestiones religiosas y hablar sobre nuestra concepción de la vida, del matrimonio, de las relaciones hombre-mujer, de los niños, del problema de los hijos. Sin proselitismo. En algunos casos se puede avanzar más profundamente y dialogar sobre nuestra fe. El anuncio del Evangelio forma parte también del intercambio, como nuestras preguntas sobre el islam. En alguna ocasión se podría entrar en una iglesia y explicar lo que allí se encuentra, y cómo rezamos, y que ellos nos explicasen cómo rezan…».
Las jornadas teológicas fueron clausuradas con el arzobispo de Granada, Javier Martínez, que abordó las dificultades actuales para entablar un diálogo interreligioso, sobre todo, dijo, en un mundo dominado por el «nihilismo». Lo que más llamó la atención de su intervención fue la narración que hizo de la experiencia de diálogo entre el arzobispo y el imán de Bangui (República Centroafricana), que pasaron por España hace unas semana con una parada en Granada. «El imán nos contó cómo grupos financiados por Arabia Saudí y Qatar empezaron a atacar a los cristianos y cómo él empezó a hablar de paz, de que matar, quemar casas, violar mujeres no era religioso. La consecuencia fue que le quemaron su casa y fue el arzobispo el que se llevó a él, a su mujer y a sus siete hijos a la suya mientras no fue reconstruida».
J. Campo / F. O.
Alfa y Omega
Imagen de la primera de las tres sesiones que conformaron la XXXI
edición de las Jornadas Abiertas de Teología de Lugo.
(Foto: Obispado de Lugo)