Francisco ha viajado a Tierra Santa con motivo de cumplirse el 50 aniversario del encuentro de Pablo VI y el Patriarca Atenágoras en Jerusalén. El Papa empezó su peregrinación el sábado 24 en Jerusalén y ya se encuentra de regreso en Roma. Su gran objetivo ha sido interceder por la paz ante los responsables políticos y religiosos.
- Francisco empieza en Jordania su peregrinación
- Misa en Amán: “Que el Espíritu Santo nos prepare al encuentro más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura o religión”
- El Papa en el Jordán renueva su llamamiento a la comunidad internacional por los prófugos de Siria e Irak y pide la conversión de los traficantes de armas
- Encuentro con las autoridades palestinas: “La paz traerá incontables beneficios para los pueblos de esta región y para todo el mundo”
- Francisco invita a Mahmoud Abbas y a Shimon Peres a rezar juntos en el Vaticano por la paz
- Misa en la plaza del pesebre: “Dios nos repite, buscad al niño en un mundo donde tantos de ellos viven en condiciones inhumanas”
- Encuentro ecuménico en el Santo Sepulcro: “No privemos al mundo del anuncio de la resurrección”
- Declaración conjunta del Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé: “La búsqueda común no nos aparta de la verdad”
- El Papa llega a Israel: Israelíes y palestinos, en paz dentro de unas fronteras internacionalmente reconocidas
· El Papa en la explanada de las mezquitas: “Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia”
· Francisco en el muro de las lamentaciones
· En el Gran Rabinato de Israel: “Nuestra amistad es uno de los frutos del Concilio Vaticano II”
· Encuentro con el presidente del Estado de Israel: “Que Jerusalén sea verdaderamente la ciudad de la paz”
FRANCISCO EMPIEZA EN JORDANIA SU PEREGRINACIÓN A TIERRA SANTA
Ciudad del Vaticano, 24 de mayo (VIS).-El Papa Francisco ha empezado hoy su peregrinación a Tierra Santa con ocasión del 50 aniversario del encuentro en Jerusalén entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. El avión del Santo Padre salió a las 8,15 del aeropuerto romano de Fiumicino y aterrizó a las 13, 00 (hora local, 12,00 hora de Roma) en el aeropuerto »Queen Alia» de Amman (Jordania).
El Papa fue acogido a su llegado por el representante del Rey Abdullah II, el príncipe Ghazi bin Huhammed, junto con el Patriarca de Jerusalén de los Latinos, Su Beaitutd Fouad Twali y el Custodio de Tierra Santa, Padre Pierbattista Pizzaballa. Un niño le ofreció una orquídea negra, la flor símbolo del reino hachemita de Jordania. Después de una breve conversación con el representante del monarca en el Pabellón Real, el Papa se trasladó en automóvil al Palacio Real Al-Husseini de Amman donde le esperaban el Rey Abdullah II y la Reina Rania.
Durante la visita de Pablo VI a Tierra Santa en 1964, el Rey Hussein, padre del monarca actual acompañó al Papa hasta las puertas de Jerusalén. Abdullah II ha acogido, en cambio, en Tierra Santa a San Juan Pablo II en el año 2000 y a Benedicto XVI en 2009 y, a su vez, ha sido recibido dos veces por el Papa Francisco, una en 2013 y la otra en abril de este año.
Después de un breve encuentro privado con el rey y su familia, Francisco ha entrado en el salón de recepciones del palacio donde le esperaban alrededor de trescientas personas, entre las cuales las más altas autoridades del reino, representantes del cuerpo diplomático y los principales líderes de otras religiones y ha pronunciado su primer discurso en Tierra Santa recordando, en primer lugar que Jordania es una tierra »rica en historia y de gran significado religioso para el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam».
»Este País -ha proseguido- acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos, iraquíes y de otras zonas en crisis, en especial de la vecina Siria, destruida por un conflicto que está durando demasiado tiempo. Esta acogida merece el reconocimiento y la ayuda de la comunidad internacional. La Iglesia Católica, dentro de sus posibilidades, quiere comprometerse en la asistencia a los refugiados y a los necesitados, sobre todo mediante Caritas Jordania. A la vez que constato con dolor que sigue habiendo fuertes tensiones en la región medio-oriental, agradezco a las Autoridades del Reino todo lo que hacen y les animo a seguir esforzándose por lograr la tan deseada paz duradera en toda la Región; para esto, es necesario y urgente encontrar una solución pacífica a la crisis siria, además de una justa solución al conflicto entre israelíes y palestinos».
Francisco ha aprovechado la ocasión para renovar su »profundo respeto y consideración a la comunidad Musulmana» y ha expresado su »reconocimiento por el liderazgo que Su Majestad el Rey ha asumido para promover un más adecuada entendimiento de las virtudes proclamadas por el Islam y la serena convivencia entre los fieles de las diversas religiones.Usted -ha dicho- es conocido como un hombre de paz y un artífice de la paz» y ha manifestado su »gratitud a Jordania por haber animado diversas iniciativas importantes a favor del diálogo interreligioso para la promoción del entendimiento entre judíos, cristianos y musulmanes, como el “Mensaje Interreligioso de Amán”, y por haber promovido en el seno de la ONU la celebración anual de la “Semana de la Armonía entre las Religiones”.
Después ha dirigido un saludo lleno de afecto a las comunidades cristianas que Jordania cuida y que están »presentes en el País desde los tiempos apostólicos, contribuyen al bien común de la sociedad en la que están plenamente insertadas. A pesar de ser hoy numéricamente minoritarias, tienen la posibilidad de desarrollar una cualificada y reconocida labor en el campo educativo y sanitario, mediante escuelas y hospitales, y pueden profesar con tranquilidad su fe, respetando la libertad religiosa, que es un derecho humano fundamental y que espero firmemente que sea tenido en gran consideración en todo Medio Oriente y en el mundo entero. Este derecho “abarca tanto la libertad individual como colectiva de seguir la propia conciencia en materia religiosa como la libertad de culto… la libertad de elegir la religión que se estima verdadera y de manifestar públicamente la propia creencia”. Los cristianos se sienten y son ciudadanos de pleno derecho y desean contribuir a la construcción de la sociedad junto a sus conciudadanos musulmanes, con su aportación específica.»
El Papa ha finalizado su discurso con »un deseo especial de paz y prosperidad al Reino de Jordania y a su pueblo, con la esperanza de que esta visita contribuya a incrementar y promover relaciones buenas y cordiales entre Cristianos y Musulmanes» y citando el discurso del Rey, ha pedido que Dios, conceda a todos ser libres del miedo al cambio. También ha agradecido a los Reyes su cálida acogida y amabilidad. »¡Que Dios omnipotente y misericordioso -ha concluido- conceda a Sus Majestades felicidad y larga vida, y colme a Jordania de sus bendiciones. ¡Salam!»
Ciudad del Vaticano,24 de mayo 2014 (VIS).-Después del encuentro con las autoridades jordanas, el Papa se trasladó en automóvil al International Stadium de Amán que forma parte del complejo deportivo »Al Husseini Youth City», cuya construcción comenzó el Rey Hussein. El estadio, en el que también celebró misa Benedicto XVI en 2009, durante su viaje a Tierra Santa tiene capacidad para acoger más de 25.000 personas y diversos miles pueden seguir la transmisión gracias a las pantallas gigantes colocadas en el exterior. Numerosos refugiados cristianos en Jordania procedentes de Palestina, Siria e Iraq han participado en la Eucaristía presidida por Francisco durante la cual han recibido la Primera Comunión 1.400 niños.2
»Aquí nos encontramos -observó Francisco al principio de su homilía- no muy lejos del lugar en el que el Espíritu Santo descendió con fuerza sobre Jesús de Nazaret, después del Bautismo de Juan en el Jordán, donde hoy me acercaré,Así pues el Evangelio de este domingo, y también este lugar, al que, gracias a Dios, he venido en peregrinación, nos invitan a meditar sobre el Espíritu Santo, sobre su obra en Cristo y en nosotros, y que podemos resumir de esta forma: el Espíritu realiza tres acciones: prepara, unge y envía».
»En el momento del bautismo -explicó- el Espíritu se posa sobre Jesús para prepararlo a su misión de salvación…Pero el Espíritu Santo, presente desde el principio de la historia de la salvación, ya había obrado en Jesús en el momento de su concepción en el seno virginal de María de Nazaret … y actuó en Simeón y Ana el día de la presentación de Jesús en el Templo …En la actitud profética de los dos videntes se expresa la alegría del encuentro con el Redentor y se realiza en cierto sentido una preparación del encuentro del Mesías con el pueblo. Las diversas intervenciones del Espíritu Santo forman parte de una acción armónica, de un único proyecto divino de amor. La misión del Espíritu Santo consiste en generar armonía –Él mismo es armonía– y obrar la paz en situaciones diversas y entre individuos diferentes. La diversidad de personas y de ideas no debe provocar rechazo o crear obstáculos, porque la variedad es siempre una riqueza. Por tanto, hoy invocamos con corazón ardiente al Espíritu Santo pidiéndole que prepare el camino de la paz y de la unidad».
En segundo lugar, »el Espíritu Santo unge. Ha ungido interiormente a Jesús, y unge a los discípulos, para que tengan los mismos sentimientos de Jesús y puedan así asumir en su vida las actitudes que favorecen la paz y la comunión. Con la unción del Espíritu, la santidad de Jesucristo se imprime en nuestra humanidad y nos hace capaces de amar a los hermanos con el mismo amor con que Dios nos ama. Por tanto, es necesario realizar gestos de humildad, de fraternidad, de perdón, de reconciliación. Estos gestos son premisa y condición para una paz auténtica, sólida y duradera. Pidamos al Padre que nos unja para que seamos plenamente hijos suyos, cada vez más conformados con Cristo, para sentirnos todos hermanos y así alejar de nosotros rencores y divisiones, y poder amarnos fraternamente».
Y, finalmente, »el Espíritu envía. Jesús es el Enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de nosotros como mensajeros de paz, como testigos de paz! Es una necesidad que tiene el mundo! También el mundo nos pide hacer esto: llevar la paz, testimoniar la paz.La paz no se puede comprar, no se vende. La pazes un don que hemos de buscar con paciencia y construir “artesanalmente” mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre en el cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza».
Con ese espíritu el Papa abrazó simbólicamente a todos los presentes y añadió:.»Mi corazón se dirige también a los numerosos refugiados cristianos; también todos nosotros, con nuestro corazón, dirijámonos hacia ellos, a los numerosos refugiados cristianos provenientes de Palestina, de Siria y de Iraq: lleven a sus familias y comunidades mi saludo y mi cercanía».
»El Espíritu Santo -resumió el Pontífice- descendió sobre Jesús en el Jordán y dio inicio a su obra de redención para librar al mundo del pecado y de la muerte. A Él le pedimos que prepare nuestros corazones al encuentro con los hermanos más allá de las diferencias de ideas, lengua, cultura, religión; que unja todo nuestro ser con el aceite de la misericordia que cura las heridas de los errores, de las incomprensiones, de las controversias; la gracia de enviarnos, con humildad y mansedumbre, a los caminos, arriesgados pero fecundos, de la búsqueda de la paz».
Ciudad del Vaticano, 24 de mayo 2014 (VIS).- Francisco, una vez celebrada la santa misa en el Estadio Internacional de Amán recorrió en automóvil los cincuenta kilómetros que lo separaban de la región de Betania ante el Jordán, que fue el centro de la actividad de San Juan Bautista y escenario de la vida de Jesús. Betania está todavía sepulta y su localización precisa permanece desconocida. Quizá se encuentre a 200 metros de la colina del profeta Elías donde todavía no se han efectuado excavaciones arqueológicas. La zona es llamada »Wadi Al Kharrar» (Valle melodioso) por el sonido de las aguas del Jordán. La localidad se encuentra a 350 metros bajo el nivel del Mediterráneo, a pocos kilómetros del punto donde el río se ensancha y desemboca en el Mar Muerto, el »mar de sal» del Antiguo Testamento y el »Mar de Lot» de los manuscritos árabes.
A su llegada el Papa fue acogido por el Rey Abdullah II que lo esperaba en el ábside de Iglesia latina de Betania ante el Jordán y desde allí se dirigió al lugar del Bautismo, prosiguiendo hasta la orilla del río Jordán para rezar unos minutos en silencio y bendecir el agua. Después, entró en el templo donde se había improvisado una sacristía privada. La iglesia está todavía en construcción y su primera piedra fue bendecida por Benedicto XVI durante su visita al lugar del Bautismo el 10 de mayo de 2009.
En la iglesia esperaban al Santo Padre unas 600 personas, entre refugiados y jóvenes discapacitados a los que el Papa manifestó en primer lugar su interés por encontrarlos ya que »a causa de sangrientos conflictos, han tenido que abandonar sus casas y su Patria y han encontrado refugio en la acogedora tierra de Jordania; y al mismo tiempo, con ustedes, queridos jóvenes, que experimentan el peso de alguna limitación física».
»El lugar en que nos encontramos -continuó- nos recuerda el bautismo de Jesús. Viniendo aquí, al Jordán, para ser bautizado por Juan, se mostró humilde, compartiendo la condición humana: se rebajó haciéndose igual a nosotros y con su amor nos restituyó la dignidad y nos dio la salvación. Nos sorprende siempre esta humildad de Cristo, cómo se abaja ante las heridas humanas para curarlas….Y, por nuestra parte, nos sentimos profundamente afectados por los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio. Pienso, en primer lugar, en la amadaSiria, lacerada por una lucha fratricida que dura ya tres años y que ha cosechado innumerables víctimas, obligando a millones de personas a convertirse en refugiados y a exiliarse en otros países».
»¡Todos queremos la paz!-exclamó- Pero, viendo este drama de la guerra, viendo estas heridas, viendo tanta gente que ha dejado su patria, que se ha visto obligada a marcharse, me pregunto: ¿quién vende armas a esta gente para hacer la guerra? He aquí la raíz del mal. El odio y la codicia del dinero en la fabricación y en la venta de las armas. Esto nos debe hacer pensar en quién está detrás, el que da a todos aquellos que se encuentran en conflicto las armas para continuar el conflicto. Pensemos, y desde nuestro corazón digamos también una palabra para esta pobre gente criminal, para que se convierta».
Francisco dio las gracias a las Autoridades y al Pueblo de Jordania por »la generosa acogida de un número elevadísimo de refugiados provenientes de Siria y de Iraq’ y extiendo mi agradecimiento -precisó- a todos aquellos que les prestan asistencia y solidaridad. Pienso también en la obra de caridad que desarrollan instituciones de la Iglesia como Caritas Jordania y otras que, asistiendo a los necesitados sin distinción de credo religioso, pertenencia étnica o ideológica, manifiestan el esplendor del rostro caritativo de Jesús que es misericordioso. Que Dios omnipotente y clemente los bendiga a todos ustedes y todos sus esfuerzos por aliviar los sufrimientos causados por la guerra».
»Me dirijo a la comunidad internacional -exclamó- para que no deje sola a Jordania, tan acogedora y valerosa ante la emergencia humanitaria que se ha creado con la llegada de un número tan elevado de refugiados, sino que continúe e incremente su apoyo y ayuda. Renuevo mi vehemente llamamiento a la paz en Siria. Que cese la violencia y se respete el derecho humanitario, garantizando la necesaria asistencia a la población que sufre. Que nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas y todos vuelvan a la senda de las negociaciones. La solución, de hecho, sólo puede venir del diálogo y de la moderación, de la compasión por quien sufre, de la búsqueda de una solución política y del sentido de la responsabilidad hacia los hermanos».
El Papa pidió a continuación a los jóvenes que su unieran a su oración por la paz. »Pueden hacerlo -dijo- ofreciendo a Dios sus afanes cotidianos, y así su oración será particularmente valiosa y eficaz. Les animo a colaborar, con su esfuerzo y sensibilidad, en la construcción de una sociedad respetuosa de los más débiles, de los enfermos, de los niños, de los ancianos. A pesar de las dificultades de la vida, sean signo de esperanza. Ustedes están en el corazón de Dios y en mis oraciones, y les agradezco su calurosa , y alegre y numerosa presencia».
»Al final de este encuentro -concluyó- renuevo mi deseo de que prevalezca la razón y la moderación y, con la ayuda de la comunidad internacional, Siria reencuentre el camino de la paz. Dios convierta a los violentos. Dios convierta a aquellos que tienen proyectos de guerra,Dios convierta a los que fabrican y venden las armas y fortalezca los corazones y las mentes de los agentes de paz y los recompense con sus bendiciones»
Ciudad del Vaticano,25 de mayo 2014 (VIS).-Esta mañana a las 7,30 el Papa se despidió de la nunciatura apostólica en Amán para trasladarse en helicóptero a Belén, donde llegó a las 9,20 (hora local, 8,20 hora de Roma) y desde allí recorrió en automóvil los dos kilómetros y medio que separan el helipuerto del Palacio Presidencial de Belén, donde fue recibido por el Presidente del Estado de Palestina, Mahmoud Abbas.
Belén se recuerda por primera vez en la Biblia a propósito de la muerte de Raquel y se identifica con Efrata (la fructífera). En los libros sagrados se llama »Belén de Judá», de la tribu a la que pertenecía. David nació y fue consagrado rey aquí. Con el nacimiento de Jesús, »la más pequeña entre todas la ciudades de Israel, adquiere importancia mundial y se engrandece gracias a la llegada de peregrinos. En el año 135 el emperador Adriano introdujo el culto de Adonis y en el 330 Constantino la devolvió al culto cristiano. Tras la conquista islámica en el 638 el califa Omar instaura una política de tolerancia religiosa, pero con el avecinarse de los Cruzados, los musulmanes devastan la ciudad. En el año 1110 se corona al primer rey cruzado de Jerusalén, Balduino. La reconquista árabe (1187) y la sucesiva ocupación otomana marcan el declino de Belén que en 1600 es poco más que una aldea. A principios del XIX la ciudad se reanima y sus habitantes son, en la mayor parte cristianos. En 1831 el Pachá de Egipto Mohamed Alí conquista Belén y los musulmanes, aliados de los otomanos son expulsados y sus barrios incendiados, pero diez años más tarde la ciudad vuelve al dominio otomano. Bajo el mandato británico desde 1918, entra a formar parte del reino hachemita de Jordania en 1946. En 1967, a consecuencia de la denominada, Guerra de los Seis Días, es ocupada, junto con Jerusalén oriental y toda la Cisjordania por el ejército israelí. Desde 1995 forma parte de los Territorios Autónomos Palestinos según los Acuerdos de Oslo (hoy Estado de Palestina). El entonces presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, hizo construir el Palacio Presidencial que hoy recibe la visita del Papa.
El Santo Padre, acompañado del Presidente Abbas, recibió el saludo de diversos representantes de las comunidades cristianas palestinas, procedentes de Cisjordania y de la Franja de Gaza que le entregaron algunos mensajes y, después se dirigió al Salón de Recepciones, donde le esperaban las autoridades palestinas y miembros del Cuerpo Diplomático, ante las cuales pronunció un discurso.
»Desde hace decenios -recordó Francisco- Oriente Medio vive las dramáticas consecuencias de la duración de un conflicto que ha causado heridas difíciles de cerrar y que, incluso cuando afortunadamente no se desata la violencia, la incertidumbre de la situación y la incomprensión de las partes producen inseguridad, negación de derechos, aislamiento y éxodo de comunidades enteras, divisiones, carencias y sufrimientos de todo tipo. Desde lo más profundo de mi corazón, y a la vez que manifiesto mi cercanía a cuantos sufren en mayor medida las consecuencias de este conflicto, deseo decir que, por el bien de todos, ya es hora de poner fin a esta situación, que se hace cada vez más inaceptable. Que se redoblen pues los esfuerzos y las iniciativas para crear las condiciones de una paz estable, basada en la justicia, en el reconocimiento de los derechos de cada uno y en la recíproca seguridad. Ha llegado el momento de que todos tengan la audacia de la generosidad y creatividad al servicio del bien, el valor de la paz, que se apoya en el reconocimiento, por parte de todos, del derecho de dos Estados a existir y a disfrutar de paz y seguridad dentro de unos confines reconocidos internacionalmente».
»En este sentido -subrayó- deseo que todos eviten iniciativas y actos que contradigan la voluntad expresa de llegar a un verdadero acuerdo y que no se deje de perseguir la paz con determinación y coherencia. La paz traerá consigo incontables beneficios para los pueblos de esta región y para todo el mundo. Es necesario pues encaminarse con resolución hacia ella, también mediante la renuncia de cada uno a algo. Animo a los pueblos palestino e israelí, así como a sus respectivas autoridades, a emprender este feliz éxodo hacia la paz con la valentía y la firmeza necesaria para todo éxodo. La paz basada en la seguridad y la mutua confianza será el marco de referencia estable para afrontar y resolver los demás problemas y una ocasión para un desarrollo equilibrado, que sirva de modelo para otras áreas en crisis».
Después se refirió con afecto a la activa comunidad cristiana, »que ofrece su significativa contribución al bien común de la sociedad y que participa de las alegrías y sufrimientos de todo el pueblo. Los cristianos desean seguir desempeñando este papel como ciudadanos de pleno derecho, junto con los demás ciudadanos a los que consideran como hermanos.
‘‘Usted es conocido como hombre de paz y artífice de paz -dijo el Papa al presidente Abbas- Nuestro reciente encuentro en el Vaticano y mi presencia hoy en Palestina atestiguan las buenas relaciones entre la Santa Sede y el Estado de Palestina, y espero que crezcan para el bien de todos. En este sentido, expreso mi aprecio por el compromiso de elaborar un Acuerdo entre las partes, que contemple diversos aspectos de la vida de las comunidades católicas del País, con una atención especial a la libertad religiosa. En efecto, el respeto de este derecho humano fundamental es una de las condiciones irrenunciables de la paz, de la hermandad y de la armonía; proclama al mundo que es necesario y posible encontrar un buen acuerdo entre culturas y religiones diferentes; atestigua que las cosas que tenemos en común son tantas y tan importantes que es posible encontrar un modo de convivencia serena, ordenada y pacífica, acogiendo las diferencias y con la alegría de ser hermanos en cuanto hijos de un único Dios».
»Señor Presidente, queridos hermanos reunidos aquí en Belén -concluyó- Dios omnipotente los bendiga, los proteja y les conceda la sabiduría y la fuerza necesaria para emprender el precioso camino de la paz, para que las espadas se transformen en arados y esta Tierra vuelva a florecer en la prosperidad y en la concordia. ¡Salam!»
FRANCISCO INVITA A MAHMOUD ABBAS Y A SHIMON PERES A REZAR JUNTOS EN EL VATICANO POR LA PAZ
Ciudad del Vaticano, 25 de mayo (VIS).-Al final de la Eucaristía, el Papa, invitó al Presidente del Estado de Palestina Mahmoud Abbas y al Presidente del Estado de Israel Shimon Peres a encontrarse en el Vaticano para rezar juntos por la paz.
»Señor Presidente Mahmoud Abbas -dijo- en este lugar donde nació el Príncipe de la paz, deseo invitarle a usted y al Señor Presidente Shimon Peres, a que elevemos juntos una intensa oración pidiendo a Dios el don de la paz. Ofrezco la posibilidad de acoger este encuentro de oración en mi casa, en el Vaticano».
»Todos deseamos la paz; muchas personas la construyen cada día con pequeños gestos; muchos sufren y soportan pacientemente la fatiga de intentar edificarla. Y todos tenemos el deber, especialmente los que están al servicio de sus pueblos, de ser instrumentos y constructores de la paz, sobre todo con la oración. Construir la paz es difícil, pero vivir sin ella es un tormento. Los hombres y mujeres de esta tierra y del todo el mundo nos piden presentar a Dios sus anhelos de paz».
Después de ofrecer el Vaticano como sede del encuentro de oración entre los presidentes del Estado de Palestina y del Estado de Israel, el Papa Francisco rezó el Regina Coeli, recordando que precisamente aquí en Belén María dio a luz a su hijo Jesús y que la Virgen »es la persona que más ha contemplado a Dios en el rostro humano de Jesús. Ayudada por José, lo envolvió en pañales y lo recostó en el pesebre».
»A Ella -dijo- encomendamos esta tierra y todos los que la habitan, para que vivan con justicia, con paz y fraternidad. Encomendamos también los peregrinos que aquí llegan para beber de las fuentes de la fe cristiana, algunos de los cuales están presentes también en esta Santa Misa. Vela, Oh Madre, por las familias, los jóvenes, los ancianos. Vela por todos los que han perdido la fe y la esperanza; consuela a los enfermos, los encarcelados y todos los que sufren; sostén a los Pastores y a toda la Comunidad de los creyentes, para que sean “sal y luz” en esta tierra bendita; fortalece las instituciones educativas, en particular la Bethlehem University.
»Contemplando a la Sagrada Familia aquí, en Belén, mi pensamiento se dirige espontáneamente a Nazaret, adonde espero ir, si Dios quiere, en otra ocasión. Abrazo desde aquí a los fieles cristianos que viven en Galilea y aliento la realización del Centro Internacional para la Familia en Nazaret. Encomendamos a la Virgen Santa la suerte de la humanidad, para que se le abra al mundo un horizonte nuevo y prometedor de fraternidad, solidaridad y paz».
Tras el Regina Coeli, el Papa se trasladó al convento franciscano »,Casa Nova», un centro de acogida para los peregrinos, construido en 1908 y ampliado y bendecido en 1986 que puede albergar a 129 personas. Allí Francisco almorzará con algunas familias de refugiados e indigentes palestinos.
Ciudad del Vaticano, 25 de mayo 2014 (VIS).-El Santo Padre ha celebrado esta mañana la Eucaristía en la Plaza del Pesebre en Belén. Allí confluyen la calle de los Pastores -que lleva a la aldea palestina de Beit Sahur (el lugar de la aparición del ángel), la calle de la Gruta de la Leche (donde según la tradición María habría amamantado a Jesús) y la calle Pablo VI que recuerda la visita del Papa el 6 de enero de 1964. Durante el traslado del Palacio Presidencial de Belén a la Plaza del Pesebre, el Papa ha bajado del jeep, se ha acercado al muro que divide Belén de Israel y ha rezado unos minutos, apoyando después la cabeza en él.
A la misa han asistido el Presidente de Palestina Mahmoud Abbas y grupos de fieles de la franja de Gaza y de Galilea (Estado de Israel), además de numerosos trabajadores procedentes de Asia.
»Es una gracia muy grande celebrar la Eucaristía en el lugar en que nació Jesús» -ha dicho el Papa- Doy gracias a Dios y a vosotros que me habéis recibido en mi peregrinación: al Presidente Mahmoud Abbas y a las demás autoridades; al Patriarca Fouad Twal, a los demás Obispos y Ordinarios de Tierra Santa, a los sacerdotes, las personas consagradas y a cuantos se esfuerzan por tener viva la fe, la esperanza y la caridad en esta tierra; a los representantes de los fieles provenientes de Gaza, Galilea y a los emigrantes de Asia y África. Gracias por vuestra acogida».
El Niño Jesús, nacido en Belén, »es el signo que Dios dio a los que esperaban la salvación, y permanece para siempre como signo de la ternura de Dios y de su presencia en el mundo. »Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño…».También hoy los niños son un signo. Signo de esperanza, signo de vida, pero también signo “diagnóstico” para entender el estado de salud de una familia, de una sociedad, de todo el mundo. Cuando los niños son recibidos, amados, custodiados, tutelados, la familia está sana, la sociedad mejora, el mundo es más humano. Recordemos la labor que realiza el Instituto Effetà Pablo VI a favor de los niños palestinos sordomudos: es un signo concreto de la bondad de Dios; es un signo concreto de que la sociedad mejora. Dios nos repite también a nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI:»Y aquí tenéis la señal», buscad al niño…El Niño de Belén es frágil, como todos los recién nacidos. No sabe hablar y, sin embargo, es la Palabra que se ha hecho carne, que ha venido a cambiar el corazón y la vida de los hombres. Este Niño, como todo niño, es débil y necesita ayuda y protección. También hoy los niños necesitan ser acogidos y defendidos desde el seno materno».
»En nuestro mundo, que ha desarrollado las tecnologías más sofisticadas -ha constatado Francisco- hay todavía por desgracia tantos niños en condiciones inhumanas, que viven al margen de la sociedad, en las periferias de las grandes ciudades o en las zonas rurales. Todavía hoy muchos niños son explotados, maltratados, esclavizados, objeto de violencia y de tráfico ilícito. Demasiados niños son hoy prófugos, refugiados, a veces ahogados en los mares, especialmente en las aguas del Mediterráneo. De todo esto nos avergonzamos hoy delante de Dios, el Dios que se ha hecho Niño. Y nos preguntamos: ¿Quién somos nosotros ante Jesús Niño? ¿Quién somos ante los niños de hoy? ¿Somos como María y José, que reciben a Jesús y lo cuidan con amor materno y paterno? ¿O somos como Herodes, que desea eliminarlo? ¿Somos como los pastores, que corren, se arrodillan para adorarlo y le ofrecen sus humildes dones? ¿O somos más bien indiferentes? ¿Somos tal vez retóricos y pietistas, personas que se aprovechan de las imágenes de los niños pobres con fines lucrativos? ¿Somos capaces de estar a su lado, de “perder tiempo” con ellos? ¿Sabemos escucharlos, custodiarlos, rezar por ellos y con ellos? ¿O los descuidamos, para ocuparnos de nuestras cosas?».
»Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño» -ha reiterado- Tal vez aquel niño llora. Llora porque tiene hambre, porque tiene frío, porque quiere estar en brazos… También hoy lloran los niños, lloran mucho, y su llanto nos cuestiona. En un mundo que desecha cada día toneladas de alimento y de medicinas, hay niños que lloran en vano por el hambre y por enfermedades fácilmente curables. En una época que proclama la tutela de los menores, se venden armas que terminan en las manos de niños soldados; se comercian productos confeccionados por pequeños trabajadores esclavos. Su llanto es acallado: deben combatir, deben trabajar, no pueden llorar. Pero lloran por ellos sus madres, Raqueles de hoy: lloran por sus hijos, y no quieren ser consoladas».
»Y aquí tenéis la señal».…El Niño Jesús nacido en Belén, todo niño que nace y crece en cualquier parte del mundo, es signo diagnóstico, que nos permite comprobar el estado de salud de nuestra familia, de nuestra comunidad, de nuestra nación. De este diagnóstico franco y honesto, puede brotar un estilo de vida nuevo, en el que las relaciones no sean ya de conflicto, abuso, consumismo, sino relaciones de fraternidad, de perdón y reconciliación, de participación y de amor»
El Papa ha finalizado su homilía con una oración a la Virgen: Oh María, Madre de Jesús, tú, que has acogido, enséñanos a acoger; tú, que has adorado, enséñanos a adorar; tú, que has seguido, enséñanos a seguir. Amén».
ENCUENTRO ECUMÉNICO EN EL SANTO SEPULCRO: “NO PRIVEMOS AL MUNDO DEL ANUNCIO DE LA RESURRECCIÓN”
Ciudad del Vaticano, 25 de mayo 2014 (VIS).-Después de firmar la Declaración Conjunta, el Santo Padre y el Patriarca Bartolomé se dirigieron a la basílica del Santo Sepulcro para tomar parte en una celebración ecuménica. El Papa entró en la Plaza por la Puerta del Muristan, mientras el Patriarca lo hizo por la Puerta de Santa Elena. La celebración contó con la participación de los Ordinarios de Tierra Santa, el arzobispo sirio, el arzobispo etíope, el obispo anglicano, el obispo luterano y otros obispos. También estaban presentes los cónsules generales de los cinco países que garantizan el »Status quo» de la basílica (Francia, Bélgica, España, Italia, Grecia) y los otros cónsules del »Corpus separatum» de Jerusalén (Suecia, Estados Unidos, Turquía, Reino Unido).
El Santo Sepulcro es, según la tradición, el lugar de la crucifixión, de la sepultura y de la resurrección de Cristo. Después de la represión de la revuelta judía en 135, Jerusalén atraviesa un cambio radical: se expulsa a los judíos, samaritanos y judeocristianos y se les prohíbe el regreso. Adriano, para borrar cualquier huella de la religión judía que había causado dos violentas revueltas, destruye los lugares de culto y el Santo Sepulcro corre la misma suerte: se rasa al suelo y sus cavidades se llenan con tierra, erigiendo sobre él un templo dedicado a Venus-Ishtar. Durante el prime concilio ecuménico de Nicea el obispo de Jerusalén, Macario, invita al emperador Constantino a sacar a la luz el Santo Sepulcro que bajo la cobertura se había conservado perfectamente. Santa Elena, la emperatriz madre de Constantino, ordena que se erija la basílica de la Resurrección; una basílica que, a lo largo de los siglos, ha atravesado diversas suertes, desde la invasión de los persas en el 614 que, según narra un peregrino, habrían roto la piedra de la sepultura , hasta la decisión de los Cruzados en 1099 de englobar todos los monumentos que recordaban la muerte y resurrección de Cristo en un solo edificio que permanece casi inalterable hasta finales del siglo XIX, pasando por un terremoto en el 1927 o los daños acarreados durante la primera guerra árabe-israelí en 1948.
En nuestro días la basílica se reglamenta según el »Statu quo» y son co-propietarias de ella las tres comunidades: latina (representada por los frailes menores), greco-ortodoxa y armenio ortodoxa; los coptos ortodoxos, los sirio ortodoxos y los etíopes ortodoxos pueden oficiar en la basílica. A la entrada, en el atrio, está la Piedra de la Unción, que según la tradición, indica el lugar donde Jesús, depuesto de la cruz, fue cubierto de ungüentos.
El Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé fueron recibidos por los tres superiores de las comunidades del »Status quo» (Greco Ortodoxa, Franciscana y Armenia Apostólica). El Patriarca Greco Ortodoxo de Jerusalén Teófilo III, el Custodio de Jerusalén, P. Pierbattista Pizzaballa y el Patriarca Armenio Apostólico S. B. Nourhan Manoogian veneraron la Piedra de la Unción y a continuación lo hicieron el Papa y el Patriarca Ecuménico.
Después de la proclamación del Evangelio y de las palabras del Patriarca Bartolomé, el Santo Padre pronunció un discurso afirmando, en primer lugar que en esa basílica »a la que todo cristiano mira con profunda veneración llega a su culmen -dijo- la peregrinación que estoy realizando junto con mi amado hermano en Cristo, Su Santidad Bartolomé. Peregrinamos siguiendo las huellas de nuestros predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, que, con audacia y docilidad al Espíritu Santo, hicieron posible, hace cincuenta años, en la Ciudad santa de Jerusalén, el encuentro histórico entre el Obispo de Roma y el Patriarca de Constantinopla».
»Es una gracia extraordinaria estar aquí reunidos en oración. El Sepulcro vacío, ese sepulcro nuevo situado en un jardín, donde José de Arimatea colocó devotamente el cuerpo de Jesús, es el lugar de donde salió el anuncio de la resurrección…Este anuncio, confirmado por el testimonio de aquellos a quienes se apareció el Señor Resucitado, es el corazón del mensaje cristiano, trasmitido fielmente de generación en generación.. Lo que nos une es el fundamento de la fe, gracias a la cual profesamos juntos que Jesucristo, unigénito Hijo del Padre y nuestro único Señor, “padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos”. Cada uno de nosotros, todo bautizado en Cristo, ha resucitado espiritualmente en este sepulcro, porque todos en el Bautismo hemos sido realmente incorporados al Primogénito de toda la creación, sepultados con Él, para resucitar con Él y poder caminar en una vida nueva».
»Detengámonos con devoto recogimiento ante el sepulcro vacío, para redescubrir la grandeza de nuestra vocación cristiana: somos hombres y mujeres de resurrección, no de muerte. Aprendamos, en este lugar, a vivir nuestra vida, los afanes de la Iglesia y del mundo entero a la luz de la mañana de Pascua… No nos dejemos robar el fundamento de nuestra esperanza, que es precisamente éste: Christós anesti. No privemos al mundo del gozoso anuncio de la Resurrección. Y no hagamos oídos sordos al fuerte llamamiento a la unidad que resuena precisamente en este lugar, en las palabras de Aquel que, resucitado, nos llama a todos nosotros “mis hermanos”.
»Ciertamente -observó Francisco- no podemos negar las divisiones que todavía hay entre nosotros, discípulos de Jesús: este lugar sagrado nos hace sentir con mayor dolor el drama. Y, sin embargo, cincuenta años después del abrazo de aquellos dos venerables Padres, hemos de reconocer con gratitud y renovado estupor que ha sido posible, por impulso del Espíritu Santo, dar pasos realmente importantes hacia la unidad. Somos conscientes de que todavía queda camino por delante para alcanzar aquella plenitud de comunión que pueda expresarse también compartiendo la misma Mesa eucarística, como ardientemente deseamos; pero las divergencias no deben intimidarnos ni paralizar nuestro camino. Debemos pensar que, igual que fue movida la piedra del sepulcro, así pueden ser removidos todos los obstáculos que impiden aún la plena comunión entre nosotros. Será una gracia de resurrección, que ya hoy podemos pregustar. Siempre que nos pedimos perdón los unos a los otros por los pecados cometidos en relación con otros cristianos y tenemos el valor de conceder y de recibir este perdón, experimentamos la resurrección. Siempre que, superados los antiguos prejuicios, nos atrevemos a promover nuevas relaciones fraternas, confesamos que Cristo ha resucitado verdaderamente. Siempre que pensamos el futuro de la Iglesia a partir de su vocación a la unidad, brilla la luz de la mañana de Pascua. A este respecto, deseo renovar la voluntad ya expresada por mis Predecesores, de mantener un diálogo con todos los hermanos en Cristo para encontrar una forma de ejercicio del ministerio propio del Obispo de Roma que, en conformidad con su misión, se abra a una situación nueva y pueda ser, en el contexto actual, un servicio de amor y de comunión reconocido por todos».
»Peregrinando en estos santos Lugares, recordamos en nuestra oración a toda la región de Oriente Medio, desgraciadamente lacerada con frecuencia por la violencia y los conflictos armados. Y no nos olvidamos en nuestras intenciones de tantos hombres y mujeres que, en diversas partes del mundo, sufren a causa de la guerra, de la pobreza, del hambre; así como de los numerosos cristianos perseguidos por su fe en el Señor Resucitado. Cuando cristianos de diversas confesiones sufren juntos, unos al lado de los otros, y se prestan los unos a los otros ayuda con caridad fraterna, se realiza el ecumenismo del sufrimiento, se realiza el ecumenismo de sangre, que posee una particular eficacia no sólo en los lugares donde esto se produce, sino, en virtud de la comunión de los santos, también para toda la Iglesia. Aquellos que matan, que persiguen a los cristianos por odio a la fe, no les preguntan si son ortodoxos o si son católicos: son cristianos. La sangre cristiana es la misma».
Por último, dirigiéndose a Bartolomé y a todos los presentes afirmó: »Dejemos a un lado los recelos que hemos heredado del pasado y abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, el Espíritu del Amor para caminar juntos hacia el día bendito en que reencontremos nuestra plena comunión. En este camino nos sentimos sostenidos por la oración que el mismo Jesús, en esta Ciudad, la vigilia de su pasión, elevó al Padre por sus discípulos, y que no nos cansamos, con humildad, de hacer nuestra: “Que sean una sola cosa… para que el mundo crea” . Y cuando la desunión nos haga pesimistas, poco animosos, desconfiados, vayamos todos bajo el mando de la Santa Madre de Dios. Cuando en el alma cristiana hay turbulencias espirituales, solamente bajo el manto de la Santa Madre de Dios encontramos paz. Que Ella nos ayude en este camino».
Finalizado el discurso el Papa y el Patriarca se abrazaron en signo de paz y rezaron juntos el Padre nuestro en italiano, mientras los demás lo hacían en su propia lengua, y a continuación, entraron juntos en el sepulcro para venerar la tumba vacía. Después, salieron de la basílica para bendecir al pueblo y del mismo modo fueron al Monte Calvario, acompañados por los Patriarcas Greco y Armenio y por el Custodio de Tierra Santa para venerar el lugar de la muerte y crucifixión de Jesús.
Ciudad del Vaticano, 25 de mayo 2014 (VIS).-Tras la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto de Tel Aviv, el Papa se desplazó en helicóptero a Jerusalén para encontrarse en privado en la Delegación Apostólica con el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé a quien acompañaban tres altos dignatarios. También asistieron al encuentro el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado y el cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos.
El Patriarca Bartolomé fue elegido en 1991 como el doscientos setenta Patriarca arzobispo de Constantinopla, la Nueva Roma y Patriarca Ecuménico. Visitó a Benedicto XVI en el Vaticano en 2008 y participó en la celebración del segundo milenio del nacimiento de San Pablo. El 19 de marzo de 2013, asistió a la misa de inicio del ministerio petrino de Francisco; fue la primera vez desde el Gran Cisma de 1054 que un patriarca ortodoxo presenciaba la ceremonia de inauguración del pontificado de un papa católico.
Finalizado el encuentro, el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé , firmaron esta declaración conjunta:
“1. Como nuestros venerables predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, que se encontraron aquí en Jerusalén hace cincuenta años, también nosotros, el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé, hemos querido reunirnos en Tierra Santa, “donde nuestro común Redentor, Cristo nuestro Señor, vivió, enseñó, murió, resucitó y ascendió a los cielos, desde donde envió el Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente” (Comunicado común del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, publicado tras su encuentro del 6 de enero de 1964). Nuestra reunión –un nuevo encuentro de los Obispos de las Iglesias de Roma y Constantinopla, fundadas a su vez por dos hermanos, los Apóstoles Pedro y Andrés– es fuente de profunda alegría espiritual para nosotros. Representa una ocasión providencial para reflexionar sobre la profundidad y la autenticidad de nuestros vínculos, fruto de un camino lleno de gracia por el que el Señor nos ha llevado desde aquel día bendito de hace cincuenta años.
2. Nuestro encuentro fraterno de hoy es un nuevo y necesario paso en el camino hacia aquella unidad a la que sólo el Espíritu Santo puede conducirnos, la de la comunión dentro de la legítima diversidad. Recordamos con profunda gratitud los pasos que el Señor nos ha permitido avanzar. El abrazo que se dieron el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras aquí en Jerusalén, después de muchos siglos de silencio, preparó el camino para un gesto de enorme importancia: remover de la memoria y de la mente de las Iglesias las sentencias de mutua excomunión de 1054. Este gesto dio paso a un intercambio de visitas entre las respectivas Sedes de Roma y Constantinopla, a una correspondencia continua y, más tarde, a la decisión tomada por el Papa Juan Pablo II y el Patriarca Dimitrios, de feliz memoria, de iniciar un diálogo teológico sobre la verdad entre Católicos y Ortodoxos. A lo largo de estos años, Dios, fuente de toda paz y amor, nos ha enseñado a considerarnos miembros de la misma familia cristiana, bajo un solo Señor y Salvador, Jesucristo, y a amarnos mutuamente, de modo que podamos confesar nuestra fe en el mismo Evangelio de Cristo, tal como lo recibimos de los Apóstoles y fue expresado y transmitido hasta nosotros por los Concilios Ecuménicos y los Padres de la Iglesia. Aun siendo plenamente conscientes de no haber alcanzado la meta de la plena comunión, confirmamos hoy nuestro compromiso de avanzar juntos hacia aquella unidad por la que Cristo nuestro Señor oró al Padre para que “todos sean uno” .
3. Con el convencimiento de que dicha unidad se pone de manifiesto en el amor de Dios y en el amor al prójimo, esperamos con impaciencia que llegue el día en el que finalmente participemos juntos en el banquete Eucarístico. En cuanto cristianos, estamos llamados a prepararnos para recibir este don de la comunión eucarística, como nos enseña san Ireneo de Lyon mediante la confesión de la única fe, la oración constante, la conversión interior, la vida nueva y el diálogo fraterno. Hasta llegar a esta esperada meta, manifestaremos al mundo el amor de Dios, que nos identifica como verdaderos discípulos de Jesucristo .
4. En este sentido, el diálogo teológico emprendido por la Comisión Mixta Internacional ofrece una aportación fundamental en la búsqueda de la plena comunión entre católicos y ortodoxos. En los periodos sucesivos de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, y del Patriarca Dimitrios, el progreso de nuestros encuentros teológicos ha sido sustancial. Hoy expresamos nuestro sincero aprecio por los logros alcanzados hasta la fecha, así como por los trabajos actuales. No se trata de un mero ejercicio teórico, sino de un proceder en la verdad y en el amor, que requiere un conocimiento cada vez más profundo de las tradiciones del otro para llegar a comprenderlas y aprender de ellas. Por tanto, afirmamos nuevamente que el diálogo teológico no pretende un mínimo común denominador para alcanzar un acuerdo, sino más bien profundizar en la visión que cada uno tiene de la verdad completa que Cristo ha dado a su Iglesia, una verdad que se comprende cada vez más cuando seguimos las inspiraciones del Espíritu santo. Por eso, afirmamos conjuntamente que nuestra fidelidad al Señor nos exige encuentros fraternos y diálogo sincero. Esta búsqueda común no nos aparta de la verdad; sino que más bien, mediante el intercambio de dones, mediante la guía del Espíritu Santo, nos lleva a la verdad completa.
5. Y, mientras nos encontramos aún en camino hacia la plena comunión, tenemos ya el deber de dar testimonio común del amor de Dios a su pueblo colaborando en nuestro servicio a la humanidad, especialmente en la defensa de la dignidad de la persona humana, en cada estadio de su vida, y de la santidad de la familia basada en el matrimonio, en la promoción de la paz y el bien común y en la respuesta ante el sufrimiento que sigue afligiendo a nuestro mundo. Reconocemos que el hambre, la pobreza, el analfabetismo, la injusta distribución de los recursos son un desafío constante. Es nuestro deber intentar construir juntos una sociedad justa y humana en la que nadie se sienta excluido o marginado.
6. Estamos profundamente convencidos de que el futuro de la familia humana depende también de cómo salvaguardemos –con prudencia y compasión, a la vez que con justicia y rectitud– el don de la creación, que nuestro Creador nos ha confiado. Por eso, constatamos con dolor el ilícito maltrato de nuestro planeta, que constituye un pecado a los ojos de Dios. Reafirmamos nuestra responsabilidad y obligación de cultivar un espíritu de humildad y moderación de modo que todos puedan sentir la necesidad de respetar y preservar la creación. Juntos, nos comprometemos a crear una mayor conciencia del cuidado de la creación; hacemos un llamamiento a todos los hombres de buena voluntad a buscar formas de vida con menos derroche y más austeras, que no sean tanto expresión de codicia cuanto de generosidad para la protección del mundo creado por Dios y el bien de su pueblo.
7. Asimismo, necesitamos urgentemente una efectiva y decidida cooperación de los cristianos para tutelar en todo el mundo el derecho a expresar públicamente la propia fe y a ser tratados con equidad en la promoción de lo que el Cristianismo sigue ofreciendo a la sociedad y a la cultura contemporánea. A este respecto, invitamos a todos los cristianos a promover un auténtico diálogo con el Judaísmo, el Islam y otras tradiciones religiosas. La indiferencia y el desconocimiento mutuo conducen únicamente a la desconfianza y, a veces, desgraciadamente incluso al conflicto.
8. Desde esta santa ciudad de Jerusalén, expresamos nuestra común preocupación profunda por la situación de los cristianos en Medio Oriente y por su derecho a seguir siendo ciudadanos de pleno derecho en sus patrias. Con confianza, dirigimos nuestra oración a Dios omnipotente y misericordioso por la paz en Tierra Santa y en todo Medio Oriente. Pedimos especialmente por las Iglesias en Egipto, Siria e Iraq, que han sufrido mucho últimamente. Alentamos a todas las partes, independientemente de sus convicciones religiosas, a seguir trabajando por la reconciliación y por el justo reconocimiento de los derechos de los pueblos. Estamos convencidos de que no son las armas, sino el diálogo, el perdón y la reconciliación, los únicos medios posibles para lograr la paz.
9. En un momento histórico marcado por la violencia, la indiferencia y el egoísmo, muchos hombres y mujeres se sienten perdidos. Mediante nuestro testimonio común de la Buena Nueva del Evangelio, podemos ayudar a los hombres de nuestro tiempo a redescubrir el camino que lleva a la verdad, a la justicia y a la paz. Unidos en nuestras intenciones y recordando el ejemplo del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, de hace 50 años, pedimos que todos los cristianos, junto con los creyentes de cualquier tradición religiosa y todos los hombres de buena voluntad reconozcan la urgencia del momento, que nos obliga a buscar la reconciliación y la unidad de la familia humana, respetando absolutamente las legítimas diferencias, por el bien de toda la humanidad y de las futuras generaciones.
10. Al emprender esta peregrinación en común al lugar donde nuestro único Señor Jesucristo fue crucificado, sepultado y resucitado, encomendamos humildemente a la intercesión de la Santísima siempre Virgen María los pasos sucesivos en el camino hacia la plena unidad, confiando a la entera familia humana al amor infinito de Dios.
“El Señor ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz”
Ciudad del Vaticano, 25 mayo 2014 (VIS).- A primera hora de la tarde, el Papa se trasladó a la Basílica de la Natividad. Las primeras noticias históricas sobre la »cueva del pesebre de Belén» se remontan a Orígenes. En 326, el emperador Constantino mandó construir sobre el lugar una basílica que recubre la Gruta de la Natividad con el suelo ligeramente alzado respecto al terreno. Deteriorada por los incendios y la revuelta de los Samaritanos, se restauró en el 540. En el 614, los persas de Cosroes II invadieron la región pero respetaron la basílica que contenía frescos de los Reyes Magos con vestidos persas. En el 638, los musulmanes entraron en Belén que pasó a los Cruzados con la entrada de Tancredi en 1099. En 1187 Saladino ocupa Jerusalén y Belén, pero respeta el santuario. En 1192 el obispo de Salisbury, Hubert Valter, decide restauras el culto latino en cambio de que los fieles pagaran los tributos.
En 1347, los Franciscanos consiguen que los otomanos les permitan oficiar en la Basílica y la posesión de la Gruta y de la Basílica. En el siglo XVI, inicia el periodo de las disputas por la posesión del Santuario entre franciscanos y griegos ortodoxos, que cambiaba de manos según la relación que tuvieran las naciones que apoyaban las dos comunidades con la Sublime Puerta. Con la derrota y la expulsión de los Venecianos de Creta en 1669, los ortodoxos son autorizados a tomar posesión de las Gruta y de la Basílica. Esta última hoy en día continua siendo de su propiedad, mientras que la Gruta de la Natividad pasó a los franciscanos en 1690. La Basílica de Santa Catalina, adyacente a la Basílica de la Natividad, es la parroquia de los latinos de Belén.
La propiedad de los distintos Santos Lugares es una cuestión añeja que enfrenta desde siglos a las comunidades pertenecientes a las tres religiones monoteístas de Tierra Santa y es una cuestión »candente» incluso para las cancillerías internacionales. Al inicio del siglo XVII, la lucha entre las comunidades bizantinas y latinas, comienza a sufrir los altibajos de la política internacional y de las relaciones entre las potencias de la época: el Sultán de Estambul que consideraba los Santos Lugares cristianos como propiedad del Estado, de las Repúblicas Marineras italianas que protegían a los latinos, y el Zar de Rusia, tradicional protector de la Iglesia ortodoxa. Algunos santuarios en ese momento pasan de una comunidad a otra, a veces solo sobre la base de las cantidades de dinero que se ofrecen a la Puerta Sublime. En 1850, una petición francesa dirigida al Sultán para definir la cuestión provoca un nuevo enfrentamiento con Rusia; Estambul entonces emite un decreto que establece el mantenimiento de la situación actual en los diversos santuarios. El »Statu quo» ha congelado prácticamente las reclamaciones de los franciscanos acerca de las expropiaciones de las que fueron víctimas durante siglos y que se cobraron gran cantidad de vidas humanas. Este edicto otomano está aún en vigor hoy en día y administra la situación de algunos Santuarios como la Gruta de la Natividad en Belén, el Cenáculo y el Santo Sepulcro en Jerusalén.
Francisco visitó la Gruta de la Natividad accediendo a ella por un pasaje interior entre el convento »Casa Nova» y la Basílica greco-ortodoxa y allí permaneció un rato rezando. Luego volvió por el mismo pasaje a la »Casa Nova» donde se fotografió con los frailes. Desde allí se dirigió al »Phoenix Center» de Belén, un centro que acoge en su interior el campo de refugiados de Dheisheh que se construyó gracias a una donación que hizo el Papa San Juan Pablo II en su visita de 2000. El Papa fue recibido en el auditorio del centro por un centenar de niños llegados de los campos de refugiados de Dheisheh, Aida y Beit Jibrin. En un ambiente de fiesta lleno de cantos, un par de niños entregaron al Papa dibujos, cartas y trabajos manuales. El Santo Padre rezó con los pequeños y antes de finalizar e impartirles su bendición un niño le leyó una carta en la que dijo: »Somos hijos de Palestina. Desde hace 66 años nuestros padres sufren la ocupación. Hemos abierto nuestros ojos bajo esta ocupación y hemos visto la nakba en los ojos de nuestros abuelos cuando han dejado este mundo. Queremos decir al mundo: ¡basta ya de sufrimientos y humillaciones!.
»No dejen nunca que el pasado les determine la vida -respondió el Papa-. Miren siempre adelante, trabajen y luchen por lograr las cosas que ustedes quieren. Pero sepan una cosa, que la violencia no se vence con la violencia, la violencia se vence con la paz, con la paz con el trabajo, con la dignidad de llevar la patria adelante». Al finalizar, el Pontífice regresó al helipuerto, donde le esperaba el Presidente del Estado de Palestina que se despidió del Pontífice junto a la Guardia de Honor.
En media hora de vuelo Francisco llegó al aeropuerto internacional Ben Gurion de Tel Aviv (Israel), donde fue recibido por Shimon Peres, Presidente del Estado , y por Benjamin Natanyahu, Primer Ministro; las autoridades políticas, civiles y religiosas, los Ordinarios de Tierra Santa y un coro de jóvenes. »Vengo como peregrino 50 años después del histórico viaje del Papa Pablo VI -recordó Francisco-. Desde entonces han cambiado muchas cosas entre la Santa Sede y el Estado de Israel: las relaciones diplomáticas, que desde hace 20 años se han establecido entre nosotros, han favorecido cada vez más intercambios buenos y cordiales, como atestiguan los dos Acuerdos ya firmados y ratificados y el que se está fraguando en estos momentos. En este espíritu, dirijo mi saludo a todo el pueblo de Israel y deseo que se realicen sus aspiraciones de paz y prosperidad».
El Papa mencionó que Tierra Santa es un punto de referencia espiritual para gran parte de la humanidad por ser escenario de una historia plurimilenaria y de los principales acontecimientos relacionados con el nacimiento y el desarrollo de las tres grandes religiones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo e Islam). »Por eso, -continuó- deseo que esta Tierra bendita sea un lugar en el que no haya espacio alguno para quien, instrumentalizando y exasperando el valor de su pertenencia religiosa, se vuelve intolerante o violento con la ajena». Asimismo destacó que durante esta peregrinación visitará algunos de los lugares más significativos de Jerusalén, »ciudad de valor universal». »Jerusalén significa “ciudad de la paz” -dijo-. Así la quiere Dios y así desean que sea todos los hombres de buena voluntad. Pero desgraciadamente esta ciudad padece todavía las consecuencias de largos conflictos. Todos sabemos que la necesidad de la paz es urgente, no sólo para Israel, sino para toda la región. Que se redoblen, por tanto, los esfuerzos y las energías para alcanzar una resolución justa y duradera de los conflictos que han causado tantos sufrimientos. Junto a todos los hombres de buena voluntad, suplico a cuantos están investidos de responsabilidad que no dejen nada por intentar en la búsqueda de soluciones justas a las complejas dificultades, de modo que israelíes y palestinos puedan vivir en paz. Es necesario retomar siempre con audacia y sin cansarse el camino del diálogo, de la reconciliación y de la paz. No hay otro camino».
Con estas palabras renovó el llamamiento que Benedicto XVI hizo en su visita de 2009: »Que sea universalmente reconocido que el Estado de Israel tiene derecho a existir y a gozar de paz y seguridad dentro de unas fronteras internacionalmente reconocidas. Que se reconozca igualmente que el pueblo palestino tiene derecho a una patria soberana, a vivir con dignidad y a desplazarse libremente. Que la “solución de los dos Estados” se convierta en una realidad y no se quede en un sueño».
El Pontífice habló de la visita que realizará el lunes al Memorial de Yad Vashem, en recuerdo de los seis millones de judíos víctimas de la Shoah, »Tragedia – dijo- que se ha convertido en símbolo de hasta dónde puede llegar la maldad del hombre cuando, alimentada por falsas ideologías, se olvida de la dignidad fundamental de la persona, que merece respeto absoluto independientemente del pueblo al que pertenezca o la religión que profese. Pido a Dios que no suceda nunca más un crimen semejante, entre cuyas víctimas se cuentan también muchos cristianos y otras personas. Sin olvidar nunca el pasado, promovamos una educación en la que la exclusión y la confrontación dejen paso a la inclusión y el encuentro, donde no haya lugar para el antisemitismo, en cualquiera de sus formas, ni para manifestaciones de hostilidad, discriminación o intolerancia hacia las personas o los pueblos».
El Santo Padre recordó »con el corazón profundamente apenado a cuantos perdieron la vida en el atroz atentado del sábado en Bruselas. Lamentando vivamente este acto criminal de odio antisemita -dijo- y encomiendo las víctimas a Dios misericordioso e imploro la curación de los heridos».
El Papa señaló que los encuentros que realizará serán limitados a causa de la brevedad de su viaje, y aprovechó la ocasión para saludar a todos los ciudadanos israelíes y manifestarles su cercanía, »especialmente a los que viven en Nazaret y en Galilea, donde están presentes también muchas comunidades cristianas».
Antes de finalizar y despedirse de todos los presentes, se dirigió a los obispos y a los fieles laicos cristianos, a quienes animó a »proseguir con confianza y esperanza su sereno testimonio a favor de la reconciliación y del perdón, siguiendo la enseñanza y el ejemplo del Señor Jesús, que dio la vida por la paz entre los hombres y Dios, entre hermano y hermano. Sean fermento de reconciliación, portadores de esperanza, testigos de caridad. Sepan que están siempre en mis oraciones»
Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).- A primera hora de la mañana el Santo Padre se desplazó a la Explanada de las Mezquitas, también conocida como el Monte del Templo. Se trata de una explanada artificial con forma trapezoidal que ocupa un sexto de la superficie de la Ciudad Vieja de Jerusalén. El área es relevante para las tres religiones monoteístas, es tres veces sagrada. Para los judíos era el lugar donde Abraham tendría que haber sacrificado a Isaac, así como el del templo de Salomón. Para los musulmanes es la tercera etapa de peregrinación, después de la Meca y la Medina. Y para los cristianos, en cambio, es el lugar donde Cristo habló de la destrucción del Templo de Jerusalén. En esta explanada se encuentran dos de los templos más importantes del islam: la Mezquita de Al-Aqsa y la Cúpula de la Roca.
El coche del Papa entró por la puerta al-Asbat y llegó hasta la entrada de la mezquita de la Cúpula de la Roca donde fue recibido por el Gran Mufti Muhammad Ahmad Husayn, suprema autoridad jurídico-religiosa de Jerusalén y del pueblo árabe musulmán en Palestina y por el director general del consejo del »Waqf» (Bienes religiosos islámicos). Después de una breve visita fue acompañado al edificio de Al-Kubbah Al-Nahawiyya, donde le esperaban los altos representantes de la comunidad islámica.
»Siguiendo las huellas de mis Predecesores -dijo el Papa- y, sobre todo, la luminosa estela dejada por el viaje de Pablo VI, hace ya cincuenta años –el primer viaje de un Papa a Tierra Santa–, he tenido mucho interés en venir como peregrino a visitar los lugares que han visto la presencia terrena de Jesucristo. Pero mi peregrinación no sería completa -destacó- si no incluyese también el encuentro con las personas y comunidades que viven en esta Tierra, y por eso, me alegro de poder estar con ustedes, fieles musulmanes, queridos hermanos». Francisco recordó la figura de Abraham ‘que vivió como peregrino en estas tierras’. »Musulmanes, cristianos y judíos reconocen a Abraham, si bien cada uno de manera diferente, como padre en la fe y un gran ejemplo a imitar. Él se hizo peregrino, dejando a su gente, su casa, para emprender la aventura espiritual a la que Dios lo llamaba».
El Papa continuó hablando de Abraham, el peregrino, al que describió como »una persona que se hace pobre, que se pone en camino, que persigue una meta grande apasionadamente, que vive de la esperanza de una promesa recibida» y aseguró que »ésa debería ser también nuestra actitud espiritual. Nunca podemos considerarnos auto suficientes, dueños de nuestra vida; no podemos limitarnos a quedarnos encerrados, seguros de nuestras convicciones. Ante el misterio de Dios, todos somos pobres, sentimos que tenemos que estar siempre dispuestos a salir de nosotros mismos, dóciles a la llamada que Dios nos hace, abiertos al futuro que Él quiere construir para nosotros». ‘En nuestra peregrinación terrena no estamos solos -continuó-: nos encontramos con otros hermanos, a veces compartimos con ellos un tramo del camino, otras veces hacemos juntos una pausa reparadora.
»Así es el encuentro de hoy, -continuó- y lo vivo con particular gratitud: se trata de un agradable descanso juntos, que ha sido posible gracias a su hospitalidad, en esa peregrinación que es nuestra vida y la de nuestras comunidades. Vivimos una comunicación y un intercambio fraterno que pueden reponernos y darnos nuevas fuerzas para afrontar los retos comunes que se nos plantean. De hecho, no podemos olvidar que la peregrinación de Abraham ha sido también una llamada a la justicia: Dios ha querido que sea testigo de su actuación e imitador suyo. También nosotros quisiéramos ser testigos de la acción de Dios en el mundo y por eso, precisamente en este encuentro, oímos resonar intensamente la llamada a ser agentes de paz y de justicia, a implorar en la oración estos dones y a aprender de lo alto la misericordia, la grandeza de ánimo, la compasión».
Antes de concluir, el Pontífice lanzó un llamamiento »a todas las personas y comunidades que se reconocen en Abraham: Respetémonos y amémonos los unos a los otros como hermanos y hermanas -dijo-. Aprendamos a comprender el dolor del otro. Que nadie instrumentalice el nombre de Dios para la violencia. Trabajemos juntos por la justicia y por la paz».
Finalizado su discurso, el Santo Padre se trasladó al Muro Occidental, conocido como el «Muro de las Lamentaciones».
FRANCISCO EN EL MURO DE LAS LAMENTACIONES
Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).- El Papa se trasladó a las 8,00 de la Explanada de las Mezquitas al Muro Occidental o Muro de las Lamentaciones. La pared de 15 metros de altura es, por razones históricas y religiosas, un lugar de culto para los judíos; es tradicional dejar pequeños trozos de papel escritos con votos y oraciones entre sus bloques de piedra. El rabino encargado del Muro recibió a Francisco y lo acompañó hasta él. Allí el Papa permaneció algunos instantes solo en silencio rezando, y como hicieron también sus predecesores, dejó entre sus grietas un papel en el que había escrito un Padre Nuestro y dijo: »Lo he escrito a mano en español porque es la lengua en la que lo aprendí de mi madre».
Desde allí se desplazó al monte Herzl y ayudado por una chica y un chico cristianos, depositó una corona de flores en el cementerio nacional de Israel, en la tumba de Theodore Herzl, fundador del Movimiento Sionista. Francisco también se desvió de su itinerario para rezar en una lápida a las víctimas del terrorismo en Israel.
A continuación se trasladó en coche al Memorial de Yad Vashem, monumento que erigió en 1953 el Estado de Israel para conmemorar a los seis millones de judíos víctimas del Holocausto. Junto al Presidente de la Fundación que se ocupa del lugar sagrado, el Papa recorrió a pie el perímetro del Memorial hasta llegar a la entrada de honor de la Sala de la Memoria, donde lo esperaban el Presidente del Estado Shimon Peres y el rabino presidente del Consejo de Yad Vashem. En el interior de la Sala se encuentra un monumento con una llama perenne justo delante de la cripta que contiene las urnas con las cenizas de las victimas de los campos de concentración. El Papa encendió la llama del recuerdo, depositó una corona de flores amarillas y blancas en el Mausoleo y antes de su discurso hubo una lectura del Antiguo Testamento. El Santo Padre pronunció las siguientes palabras sobre la fuerza y el dolor del mal inhumano del hombre y las “estructuras del pecado”, que contrastan con la dignidad de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios.
»Adán, ¿dónde estás?». ¿Dónde estás, hombre? ¿Dónde te has metido? En este lugar, memorial de la Shoah, resuena esta pregunta de Dios: “Adán, ¿dónde estás?”. Esta pregunta contiene todo el dolor del Padre que ha perdido a su hijo. El Padre conocía el riesgo de la libertad; sabía que el hijo podría perderse… pero quizás ni siquiera el Padre podía imaginar una caída como ésta, un abismo tan grande. Ese grito: “¿Dónde estás?”, aquí, ante la tragedia inconmensurable del Holocausto, resuena como una voz que se pierde en un abismo sin fondo… Hombre, ¿quién eres? Ya no te reconozco. ¿Quién eres, hombre? ¿En qué te has convertido? ¿Cómo has sido capaz de este horror? ¿Qué te ha hecho caer tan bajo? No ha sido el polvo de la tierra, del que estás hecho. El polvo de la tierra es bueno, obra de mis manos. No ha sido el aliento de vida que soplé en tu nariz. Ese soplo viene de mí; es muy bueno. No, este abismo no puede ser sólo obra tuya, de tus manos, de tu corazón… ¿Quién te ha corrompido? ¿Quién te ha desfigurado? ¿Quién te ha contagiado la presunción de apropiarte del bien y del mal? ¿Quién te ha convencido de que eres dios? No sólo has torturado y asesinado a tus hermanos, sino que te los has ofrecido en sacrificio a ti mismo, porque te has erigido en dios. Hoy volvemos a escuchar aquí la voz de Dios: “Adán, ¿dónde estás?”. De la tierra se levanta un tímido gemido: Ten piedad de nosotros, Señor. A ti, Señor Dios nuestro, la justicia; nosotros llevamos la deshonra en el rostro, la vergüenza. Se nos ha venido encima un mal como jamás sucedió bajo el cielo. Señor, escucha nuestra oración, escucha nuestra súplica, sálvanos por tu misericordia. Sálvanos de esta monstruosidad. Señor omnipotente, un alma afligida clama a ti. Escucha, Señor, ten piedad. Hemos pecado contra ti. Tú reinas por siempre. Acuérdate de nosotros en tu misericordia. Danos la gracia de avergonzarnos de lo que, como hombres, hemos sido capaces de hacer, de avergonzarnos de esta máxima idolatría, de haber despreciado y destruido nuestra carne, esa carne que tú modelaste del barro, que tú vivificaste con tu aliento de vida. ¡Nunca más, Señor, nunca más! »Adán, ¿dónde estás?». Aquí estoy, Señor, con la vergüenza de lo que el hombre, creado a tu imagen y semejanza, ha sido capaz de hacer. Acuérdate de nosotros en tu misericordia».
Al finalizar, habló con algunos sobrevivientes del Holocausto y firmó el libro de Honor de Yad Vashem, donde escribió: »Con la vergüenza de lo que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, fue capaz de hacer. Con la vergüenza que el hombre se haya hecho dueño del mal; con la vergüenza de que el hombre, creyéndose dios, haya sacrificado a sí sus hermanos. Nunca más!! Nunca más!!».
Le despidieron un coro y las autoridades que lo habían acogido a su llegada. Después Francisco se desplazó en automóvil al Centro Heichal Shlomo.
EN EL GRAN RABINATO DE ISRAEL: “NUESTRA AMISTAD ES UNO DE LOS FRUTOS DEL CONCILIO VATICANO II”
Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).-La sede del Gran Rabinato de Israel, el Centro »Heichal Schlomo», fue el escenario de la visita de cortesía del Papa Francisco a los dos Grandes Rabinos: Yona Metzger (askenazita) y Shlomo Amar (sefardita); ambos habían encontrado a Benedicto XVI durante su peregrinación a Tierra Santa en 2009.
Después de un breve coloquio privado con los rabinos, Francisco habló a las personalidades reunidas en el Hechal Schlomo manifestando en primer su alegría por la calurosa acogida que le habían tributado y recordó después que, como es sabido, desde que era arzobispo de Buenos Aires, contó con la amistad de muchos hermanos judíos.
»Juntos organizamos -rememoró- provechosas iniciativas de encuentro y diálogo, y con ellos viví también momentos significativos de intercambio en el plano espiritual. En los primeros meses de pontificado tuve la ocasión de recibir a diversas organizaciones y representantes del Judaísmo mundial. Estas peticiones de encuentro son numerosas, como ya sucedía con mis predecesores. Y, sumadas a las múltiples iniciativas que se desarrollan a escala nacional o local, manifiestan el deseo recíproco de conocernos mejor, de escucharnos, de construir lazos de auténtica fraternidad».
»Este camino de amistad -observó- representa uno de los frutos del Concilio Vaticano II, en particular de la Declaración Nostra aetate, que tanta importancia ha tenido y cuyo 50º aniversario recordaremos el próximo año. En realidad, estoy convencido de que cuanto ha sucedido en los últimos decenios en las relaciones entre judíos y católicos ha sido un auténtico don de Dios, una de las maravillas que Él ha realizado, y por las cuales estamos llamados a bendecir su nombre: “Den gracias al Señor de los Señores, /porque es eterna su misericordia. / Sólo él hizo grandes maravillas, / porque es eterna su misericordia” »
»Un don de Dios, que, sin embargo, no hubiera podido manifestarse sin el esfuerzo de muchísimas personas entusiastas y generosas, tanto judíos como cristianos. En especial, quisiera hacer mención aquí de la importancia que ha adquirido el diálogo entre el Gran Rabinato de Israel y la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el Judaísmo. Un diálogo que, inspirado por la visita del santo Papa Juan Pablo II a Tierra Santa, comenzó en 2002 y hoy ya lleva doce años de recorrido. Me gustaría pensar que, como el Bar Mitzvah de la tradición judía, está ya próximo a la edad adulta: confío en que pueda continuar y tenga un futuro luminoso por delante».
»No se trata solamente de establecer, en un plano humano -precisó- relaciones de respeto recíproco: estamos llamados, como cristianos y como judíos, a profundizar en el significado espiritual del vínculo que nos une. Se trata de un vínculo que viene de lo alto, que sobrepasa nuestra voluntad y que mantiene su integridad, a pesar de las dificultades en las relaciones experimentadas en la historia. Por parte católica, ciertamente tenemos la intención de valorar plenamente el sentido de las raíces judías de nuestra fe. Confío, con su ayuda, que también por parte judía se mantenga y, si es posible, aumente el interés por el conocimiento del cristianismo, también en esta bendita tierra en la que reconoce sus orígenes y especialmente entre las jóvenes generaciones».
»El conocimiento recíproco de nuestro patrimonio espiritual -concluyo- la valoración de lo que tenemos en común y el respeto en lo que nos separa, podrán marcar la pauta para el futuro desarrollo de nuestras relaciones, que ponemos en las manos de Dios. Juntos podremos dar un gran impulso a la causa de la paz; juntos podremos dar testimonio, en un mundo en rápida transformación, del significado perenne del plan divino de la creación; juntos podremos afrontar con firmeza toda forma de antisemitismo y cualquier otra forma de discriminación. El Señor nos ayude a avanzar con confianza y fortaleza de ánimo en sus caminos. ¡Shalom!»
Ciudad del Vaticano, 26 mayo 2014 (VIS).-El Papa Francisco y el Presidente del Estado de Israel, Shimon Peres, se han encontrado esta mañana en el Palacio Presidencial . Se ha tratado de un encuentro privado muy cordial durante el cual el Santo Padre ha dicho al Presidente que quería añadir a las bienaventuranzas una más: Bienaventurado el que entra en casa de un hombre sabio y bueno, explicando que así se sentía él en ese momento. Después, ambos se han dirigido al jardín del palacio para plantar juntos un olivo, símbolo de la paz y, a continuación, ha tenido lugar su encuentro público, en un palco instalado allí donde les esperaban un centenar de niños de diversas religiones.
»Le agradezco, Señor Presidente -ha dicho Francisco- la acogida que me ha dispensado y sus amables palabras de saludo, y me complace poder encontrarme con Usted nuevamente en Jerusalén, ciudad que custodia los Lugares Santos apreciados por las tres religiones que adoran al Dios que llamó a Abrahán. Los Lugares Santos no son museos o monumentos para turistas, sino lugares donde las comunidades de creyentes viven su fe, su cultura, sus obras de caridad. Por eso, se deben salvaguardar para siempre en su sacralidad, tutelando así no sólo el legado del pasado, sino también a las personas que los visitan hoy y que los visitarán en el futuro. Que Jerusalén sea verdaderamente la Ciudad de la paz. Que resplandezca plenamente su identidad y su carácter sagrado, su valor universal religioso y cultural, como tesoro para toda la humanidad. Qué bello que los peregrinos y los residentes puedan acudir libremente a los Lugares Santos y participar en las celebraciones».
»Señor Presidente, Usted es conocido como un hombre de paz y artífice de paz -ha proseguido- Le manifiesto mi reconocimiento y mi admiración por esta actitud. La construcción de la paz exige sobre todo el respeto a la libertad y a la dignidad de la persona humana, que judíos, cristianos y musulmanes consideran igualmente creada por Dios y destinada a la vida eterna. A partir de este punto de referencia que tenemos en común, es posible proseguir en el empeño por una solución pacífica de las controversias y los conflictos. A este respecto, renuevo el deseo de que se eviten, por parte de todos, las iniciativas y los actos que contradicen la declarada voluntad de alcanzar un verdadero acuerdo y de que no nos cansemos de perseguir la paz con determinación y coherencia».
»Se debe rechazar firmemente -ha recalcado- todo lo que se opone al logro de la paz y de una respetuosa convivencia entre judíos, cristianos y musulmanes: el recurso a la violencia y al terrorismo, cualquier tipo de discriminación por motivos raciales o religiosos, la pretensión de imponer el propio punto de vista en perjuicio de los derechos del otro, el antisemitismo en todas sus formas posibles, así como la violencia o las manifestaciones de intolerancia contra personas o lugares de culto judíos, cristianos y musulmanes».
El Santo Padre ha recordado que en el Estado de Israel »viven y actúan diversas comunidades cristianas. Son parte integrante de la sociedad y participan como los demás en la vida civil, política y cultural. Los fieles cristianos desean ofrecer, desde su propia identidad, su aportación al bien común y a la construcción de la paz, como ciudadanos de pleno derecho que, rechazando todo extremismo, se esfuerzan por ser artífices de reconciliación y de concordia. Su presencia y el respeto de sus derechos –como del resto de los derechos de cualquier otra denominación religiosa o minoría- son garantía de un sano pluralismo y prueba de la vitalidad de los valores democráticos, de su arraigo en la praxis y en la vida concreta del Estado».
»Señor Presidente – ha concluido el Papa improvisando -sabe que yo rezo por Usted y yo sé que Usted reza por mí. Le aseguro mi oración por las Instituciones y por todos los ciudadanos de Israel. Cuente especialmente con mi constante súplica a Dios por la consecución de la paz y con ella de los bienes inestimables que la acompañan, como la seguridad, la tranquilidad de vida, y la prosperidad, y la más bonita de todas,la fraternidad. Dirijo finalmente mi pensamiento a todos aquellos que sufren las consecuencias de las crisis aún abiertas en la región medio-oriental, para que lo antes posible sean aliviadas sus penalidades mediante la honrosa resolución de los conflictos. Paz a Israel y a todo Oriente Medio. ¡Shalom!».
Francisco, una vez finalizado el encuentro, se ha desplazado al Pontificio Instituto »Notre Dame of Jerusalem Center» -un centro de los Padres Agustinos de la Asunción de Francai que acoge a los peregrinos en Tierra Santa, considerado además un lugar ecuménico y prelatura territorial cuyo prelado es el Delegado Apostólico en Jerusalén y Palestina- donde ha recibido en audiencia privada al Primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu