La petición fue hecha por el observador vaticano, monseñor Ivan Jurkovič, en su intervención del lunes 12 de diciembre en Ginebra en la Conferencia de revisión de la Convención sobre prohibición o limitación de algunas armas consideradas dañinas o con efectos indiscriminado
Reducir los terribles sufrimientos humanos causados por el uso de armas convencionales cada vez más sofisticadas en los conflictos. Es el lema de monseñor Ivan Jurkovič, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, que intervino el lunes 12 en la Conferencia de revisión de la Convención sobre la prohibición o la limitación del uso de algunas armas convencionales que pueden ser consideradas dañinas o con efectos indiscriminados (Ccw). La Convención concluyó el día 16 de diciembre.
En su intervención –informa Radio Vaticana– el prelado subrayó el hecho de que son siempre los civiles los que pagan el precio más alto de las guerras, mientras que los que sacan beneficio son las industrias bélicas. En 2015, recordó, cada minuto en el mundo 24 personas se han visto obligadas a huir de sus propias casas por culpa de la guerra y la violencia. Incluso más trágico aún es “el hecho de que la conciencia pública parece haberse convertido en menos sensibles a estas víctimas”, confirmando esa globalización de la indiferencia denunciada por el papa Francisco.
Víctimas destinadas a aumentar, vistas las potencialidades cada vez más destructivas de las nuevas armas convencionales. Frente a esta realidad, subrayó el prelado, no hay espacio para decisiones y compromisos débiles, no solo por obvias razones éticas, sino también en virtud de las obligaciones legales asumidas por los Estados contrayentes de la Ccw.
La observación permanente se ha detenido en particular sobre tres cuestiones para afrontar con urgencia. En primer lugar, el uso de armas incendiarias en los conflictos cuyos efectos son particularmente destructivos para las poblaciones civiles: por esto urge revisar el tercer protocolo de la Convención, que es de hace 30 años y por lo tanto inadecuado. En segundo lugar, está la cuestión del uso de artefactos explosivos en zonas habitadas: en 2015 estas armas han llegado a matar o herir al 92% de la población civil en áreas densamente habitadas.
Se trata –observó– de “daños colaterales” que deberían suscitar serios interrogantes éticos y jurídicos, hasta el punto que estas cifras están destinadas a subir, considerados los procesos de urbanización que tienen lugar en el mundo. La tercera cuestión urgente para afrontar es el uso de las armas letales autónomas –las llamadas Laws– que han contribuido a hacer aún más “deshumana” la guerra.
Al respecto –dijo Jurkovič – la Santa Sede reitera una vez más que la única opción es su completa prohibición. “La seguridad internacional y la paz se pueden alcanzar a través de la promoción de la cultura del diálogo y de la cooperación, no a través de la carrera a los armamentos”, concluyó.
Foto: UK Ministry Of Defence – Commons Wikimedia
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