El Santo Padre recuerda que el Acuerdo de París ha trazado un camino claro en el que toda la comunidad internacional está llamada a participar
(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El estilo de vida basado en la cultura del descarte es insostenible y no debe tener cabida en nuestros modelos de desarrollo y educación. Así lo indica el papa Francisco en el mensaje enviado al ministro de Exteriores y de Cooperación de Marruecos, que preside la XII reunión de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22). El encuentro se está celebrando en Marrakech del 7 al 18 de noviembre. Además, el Santo Padre recuerda que estamos ante un desafío educativo y cultural el cual, para que sea realmente eficaz en el logro de sus fuertes objetivos, no puede dejar de responder también al proceso de aplicación del Acuerdo de París.
De este modo, el Santo Padre recuerda que este Acuerdo ha trazado un camino claro en el que toda la comunidad internacional está llamada a participar y exhorta a promover una cultura del cuidado del ambiente. Además reitera que la lucha contra el cambio climático y contra la pobreza están estrechamente relacionadas.
Al inicio de su mensaje, el Pontífice asegura que la situación actual de deterioro del medio ambiente “nos interpela a todos” y “nos lleva a reunirnos aquí con un sentido renovado de conciencia y responsabilidad”.
Tal y como recuerda, Marruecos alberga la COP22 pocos días después de la entrada en vigor del Acuerdo de París, adoptado hace menos de un año. Su adopción –precisa– representa una clara toma de conciencia de que, ante temáticas tan complejas como el cambio climático, la acción individual y/o nacional no es suficiente, sino que es necesario “dar colectivamente una respuesta responsable que apunte a colaborar para construir nuestra casa común”.
El Acuerdo de París, reconoce Francisco, ha trazado un camino claro en el que toda la comunidad internacional está llamada a participar. La COP22 representa “una etapa fundamental de este recorrido”. Asimismo, precisa que “afecta a toda la humanidad, especialmente a los más pobres y a las generaciones futuras”, que representan el componente “más vulnerable” de la preocupante repercusión de los cambios climáticos. Al mismo tiempo que “nos recuerda la grave responsabilidad ética y moral” de actuar sin demora, de la forma “más libre posible de presiones y económicas”, superando “los intereses y comportamientos particularistas”.
El Santo Padre aprovecha su mensaje para enviar su aliento para que los trabajos de estos días “estén animados por el mismo espíritu de colaboración y propuestas manifestado durante la COP21”. En esta misma línea observa que se abordan cuestiones complejas que no se pueden “delegar únicamente al diálogo técnico”, sino que “hacen necesario un apoyo y un empuje político constante basado en la conciencia de que somos una sola familia humana”. Al respecto, el Pontífice subraya que “no hay fronteras ni barreras políticas o sociales que nos permitan aislarnos”, y por eso mismo tampoco hay espacio para “la globalización de la indiferencia”.
Una de las principales aportaciones de este Acuerdo –afirma Francisco– es estimular la promoción de estrategias de desarrollo nacionales e internacionales basadas en una cualidad ambiental que podríamos llamar solidaria. Efectivamente, añade, “fomenta la solidaridad con las poblaciones más vulnerables” e “insiste en los fuertes vínculos entre la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la pobreza”.
Por otro lado, el Santo Padre explica también que no se puede limitar todo a la mera dimensión económica y tecnológica. Es decir, las soluciones técnicas son necesarias pero no suficientes; “es esencial y se deben tener muy en cuenta los aspectos éticos y sociales del nuevo paradigma de desarrollo y de progreso”.
Finalmente, el Pontífice desea que la COP 22 se guíe “por esa conciencia de nuestra responsabilidad” que debe empujar a todos a “promover seriamente una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad”, cuidado de la creación, pero también del prójimo, cercano o lejano, en el espacio y el tiempo.
Foto: Contaminación
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