Monseñor Arborelius habla del entusiasmo por la inminente visita del papa Francisco y de una Iglesia que crece, a pesar de que permanecen prejuicios anticatólicos
(ZENIT – Roma).- En Suecia, donde el papa Francisco irá el 31 de octubre con ocasión de la conmemoración por el 500 aniversario de la reforma luterana, la minoría católica ha sufrido una dura represión hasta hace pocos decenios. La fractura protestante separó el país escandinavo de Roma y el soberano Gustav Vasa puso en marcha drásticas medidas contra los católicos. Profesar el catolicismo costaba la pérdida de los derechos civiles. En los últimos años, todavía, delante de una secularización progresiva de la sociedad sueca y junto a la obtención de plena ciudadanía para todas las confesiones, los fieles de la Santa Romana Iglesia están aumentando exponencialmente. Lo confirma monseñor Anders Arborelius, obispo católico de Estocolmo, primer prelado de etnia sueca desde el inicio de la reforma luterana. También él es uno de los muchos convertidos en Suecia. En la entrevista que publicamos a continuación habla de la visita del Papa y de la situación de la comunidad católica en su país, que crece a pesar de que permanecen los prejuicios.
¿Hay grandes expectativas en Suecia por la visita del papa Francisco?
— Mons. Arborelius: Muchas personas en Suecia, católicas y no, están emocionadas por esta visita. Cierto, se trata de un evento muy significativo sobre todo para los católicos que viven aquí, muchos de los cuales proceden de distintas partes del mundo. El Papa es el símbolo de nuestra unidad en la fe, esperanza y caridad. Pero también muchos no católicos admiran la autoridad moral y espiritual del Papa, y el hecho de que él se compromete con la paz y la solidaridad a nivel mundial.
En el pasado, los católicos en Suecia han sufrido discriminación. ¿Esta hostilidad ha terminado por completo?
— Mons. Arborelius: Han sido siglos de persecución, durante los cuales la situación para los católicos era muy difícil. A día de hoy tenemos los mismos derechos. El clima de hostilidad es mucho menor, pero es necesario notar que existen todavía algunos prejuicios anti-católicos por parte de ciertas personas.
¿Cuál es la situación de la Iglesia católica sueca hoy? ¿Está creciendo?
— Mons. Arborelius: Sobre todo por la inmigración, la Iglesia católica crece en algunos miles de personas cada año. Suecia ha recibido muchos refugiados, y muchos de ellos procedentes de Eritrea y Siria son católicos. Permanece también una inmigración constante de países europeos como Polonia. Hay que decir que hay muchos católicos que no están registrados como tales, por lo que es imposible conocer el número exacto de fieles. Unos 115 mil son los registrados en nuestras parroquias.
En vuestra comunidad hay también muchos convertidos. En su opinión, ¿qué razones empujan a los suecos a convertirse al catolicismo?
— Mons. Arborelius: Cada año se registran nuevas conversiones de la Iglesia de Suecia, y algunos de estos nuevos católicos son ex ministros del culto, hombres o mujeres. Pero, últimamente un buen número de convertidos proceden de las Iglesias libres. Son empujados por diferentes motivos. Algunos son atraídos por la espiritualidad católica, de la fidelidad a la tradición, de la doctrina social, del carácter universal de la Iglesia. Son un centenar, más o menos, las conversiones cada año.
¿La “kyrkoavgift” es un impuesto obligatorio para los católicos suecos?
— Mons. Arborelius: Hasta el 2000, los católicos han pagado la llamada “Dissenter Tax” para la Iglesia de Suecia, así como todos los ciudadanos, fueran o no miembros de la Iglesia de Suecia. En el 2000, el Estado ofreció igualdad de derechos y posibilidades a todas las instituciones religiosas del país. Este permitió que los católicos pagaran una tasa — la “kyrkoavgift” – a favor de la propia Iglesia: el 1% de su renta a través del sistema fiscal oficial. Los católicos puedan pedir la dispensa de esta tasa, simplemente escribiendo una carta al obispo sin tener que dar ninguna motivación. Es un impuesto pensado para quien está necesitado, pero debemos notar que a veces los ricos están más ansiosos por pedir la dispensa que quien es indigente.
En su documental “La teoría sueca del amor”, el director italo-sueco Erik Gandini describe una sociedad sueca muy individualista. ¿Conoce esta película? ¿También la secularización ha hecho así a Suecia?
— Mons. Arborelius: He leído que esta película despertó un debate en los medios de comunicación. Es verdad que el individualismo es muy evidente en Suecia. Al mismo tiempo, hay un profundo deseo de comunidad y de relaciones humanas más profundas. Lamentablemente, muchas personas no parecen tener la estabilidad psicológica para instaurar relaciones fieles y para toda la vida. Muchos matrimonios se rompen, muchas personas ancianas se sienten abandonadas y solas. Pero hay también un fuerte deseo de justicia y de solidaridad hacia quien está necesitado, en la patria y en el mundo.
Inicialmente no estaba prevista la celebración de una misa por parte del Papa durante la visita. ¿Hay mucha alegría por este evento litúrgico?
— Mons. Arborelius: La razón principal de la visita del Santo Padre era la participación en la conmemoración de la Reforma. Pero enseguida el Papa nos comunicó que quería celebrar la misa con los fieles. Este hecho, naturalmente, ha sido acogido con gratitud y alegría. Como una pequeña minoría en un país que definiría “post-protestante” y secularizado, nosotros católicos hemos interpretado esta misa del Papa como un signo profético y un símbolo de unidad de todos los fieles originarios de distintas partes del mundo.
Federico Cencil
Foto: Mons. Anders Arborelius
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