En la audiencia privada de una hora, el presidente reconoce que queda mucho camino para integrar a todos, pero asegura que el rumbo tomado es el debido
(ZENIT – Roma).- El papa Francisco recibió el sábado 15 de octubre en el Vaticano al presidente argentino Mauricio Macri, en una adiencia privada de aproximadamente una hora.
El mandatario estaba acompañado por su consorte Juliana Awada, y la hija de ambos Antonia; estaba también la hija mayor del mandatario, Agustina; y Valentina, la hija de Awada con su pareja anterior. En la comitiva se encontraba también el embajador argentino ante el Vaticano, Rogelio Pfirter.
El actual encuentro, el cuarto entre ambos desde que Francisco es Papa, y el segundo de este año. Explicó que esta vez fue más larga que la anterior, la cual había durado 20 minutos, porque tenía más temas para profundizar, si bien ambos son sintéticos al hablar. Y que tuvieron una larga conversación sobre lo que pasa en la Argentina y en el mundo.
Fuera del encuentro privado se registraron momentos muy particulares como cuando la pequeña Antonia le preguntó al Papa si dormía con la misma ropa, a lo que el Papa le dijo que no, que usaba pijama, y sobre la comida Francisco respondió que era como la que comía ella.
“Compartimos preocupaciones –explicó después Macri en Rueda de prensa– entre dos personas que se conocen hace mucho tiempo, cambian opiniones, se escuchan por teléfono, porque para mí ha sido siempre un líder moral”.
Interrogado sobre la canonización mañana domingo del Cura Brochero, el presidente señaló: “Ya conocía la obra del Cura Brochero, pero cuando fui a Suiza hace unos meses estuve leyendo todo lo que hizo, pensé que lindo sería tener a muchos como él en la Argentina de hoy, para reducir la pobreza y generar entusiasmo y optimismo por el futuro del país”.
Indicó que entre los temas que conversó con el Papa figuró “la necesidad de rescatar la cultura del trabajo” y de “crear empleo de calidad para que la gente pueda tener su futuro”.
El mandatario señaló que le indicó al Pontífice las obras de ingeniería que se están realizado en el país, y que el Papa a ver estos planes hablaba como un ingeniero sobre los diversos detalles.
Y de los indicadores de pobreza que ahora es posible conocerlos gracias a las estadísticas veraces del instituto INDEC, Macri señaló que “convocan a una tarea enorme en la que no tenemos que perder un segundo”.
También conversaron, señaló, “sobre el modelo que debemos tener en Argentina para salir adelante” y que hubo “preocupación compartida” sobre la pobreza, y la necesidad de “convocar a todos a la cultura del encuentro a través de la cultura del trabajo”.
Precisó que en su gobierno se registró un aumento del asistencialismo, pero que se trata de algo transitorio, que deberá ser reemplazado paulatinamente por trabajo y educación.
Sobre el querer ubicar al Santo Padre en el contexto argentino, el presidente señaló que “muchos dicen representar al Papa y no lo representan” y que hoy el Santo Padre “tiene una agenda diversa que la del cardenal Bergoglio”, pues “está empeñado en lograr la cultura del encuentro a nivel mundial. Y si bien reivindica ser argentino, hay que tomar las cosas como son”.
Hablaron también sobre el narcotráfico y del esfuerzo que se está haciendo “para combatir este delito tan tremendo”, una batalla “en la que no hay que ceder”.
Señaló que el actual diálogo en Argentina con la Confereración General de los Trabajadores, “es parte de la cultura del encuentro” y que “por suerte estamos logrando entendernos”, con coincidencias sobre mejoras laborales y salarios. “Aún lejos de donde tenemos que llegar”, reconoció Macri, porque “si uno de cada tres argentinos está en la pobreza tenemos muchos años por delante para integrar a todos”. Al despedirse, indicó Macri, el Papa le dijo: Fuerza y hacia adelante.
Sergio Mora
Imagen: Macri y familia con el papa Francisco el 15 de octubre de 2016
(Foto Osservatore Romano©)