En las últimas tres semanas los combates en la ciudad de Alepo se han intensificado. Sus habitantes, que padecen un prolongado sufrimiento desde el inicio de la guerra, sufren la peor parte de la devastación provocada por el recrudecimiento de los enfrentamientos. Ataques aéreos golpean sin cesar el este de la ciudad mientras el oeste es alcanzado por misiles y fuego de artillería provocando numerosas víctimas mortales y heridos en ambas zonas.
Se estima que el cerco al este de Alepo ha dejado unas 250.000 personas atrapadas luchando por sobrevivir. La última carretera de salida de la parte de ciudad que no está bajo control del Gobierno de Damasco ha quedado cortada. Ahora, sus habitantes, y de manera crucial, los heridos de guerra y las personas gravemente enfermas, no tienen salida alguna. Al mismo tiempo, el sitio hace imposible introducir alimentos y suministros médicos vitales. Este asedio incremente las de ya de por sí lamentables cifras de personas atrapadas en áreas sitiadas en Siria.
Mientras tanto, los hospitales están colapsados a causa de la presión ejercida en forma de ataques a los propios centros médicos y por la disminución de los suministros disponibles. Así, cuatro hospitales a los que MSF facilita material médico esencial han resultado dañados por bombardeos esta misma semana.
Uno de estos hospitales, especializado en cirugía general y vascular, ya fue forzado a cerrar sus instalaciones hace un mes tras resultar alcanzado por los ataques. Tras el cierre, MSF proporcionó apoyo para la rehabilitación de emergencia de la instalación que pudo reabrir hace dos semanas. Sin embargo, apenas unos días después, el 23 de julio, un ataque aéreo sobre un edificio contiguo dañó de nuevo el centro. El personal sanitario comenzó a trasladar a los pacientes a otro hospital que también fue sacudido por los impactos poco después. Durante los primeros minutos de caos, los dos hospitales estuvieron derivándose pacientes entre sí mientras resultaban golpeados simultáneamente.
«Los responsables de los hospitales nos han informado que el número de heridos atendidos el último mes ha aumentado considerablemente. Uno de estos hospitales estaba recibiendo hasta 50 heridos al día cuando fue alcanzado la semana pasada y obligado a cerrar ¿Dónde irán ahora estas personas? ¿Cómo podrán llegar los materiales y equipos para reconstruir las instalaciones dañadas?», se pregunta Pablo Marco, responsable de Operaciones de MSF para Oriente Próximo. «Si los ataques a las instalaciones sanitarias no se detienen, pronto no habrá servicios médicos disponibles en todo el este de Alepo. No solo los hospitales están amenazados; la escasez de combustible se va a agravar en las próximas semanas y se va a traducir en la paralización del servicio de ambulancias».
Los pocos médicos y cirujanos que quedan en el este de Alepo están haciendo todo lo posible para atender a cientos de miles de personas en condiciones de extrema necesidad. Por otro lado, los enfermos, los heridos y el mismo personal médico están aterrorizados y no quieren acudir a los centros de salud porque no los consideran un lugar seguro. Los profesionales sanitarios están preocupados ante la posibilidad de agotar los suministros y medicamentos con los que cuentan. Incluso dudan si van a poder mantener los centros en funcionamiento dado los continuos ataques de los que son objeto.
Desde 2014, MSF viene proporcionando medicamentos, provisiones y equipos médicos a seis centros de salud, tres puestos de primeros auxilios y diez hospitales de la ciudad de Alepo. Dos de estos centros hospitalarios permanecen ahora cerrados a causa de los daños de los últimos bombardeos. El último envío de 330 metros cúbicos de material, equivalente a 10 camiones, tuvo lugar a finales de abril de 2016 y contenía material suficiente para mantener la operatividad tres meses. En las próximas fechas debería realizarse un nuevo envío, pero MSF teme que no sea posible introducir en la zona nuevos convoyes dada la situación. Los servicios médicos vitales corren un gran riesgo de ser borrados del mapa, no solo por los propios ataques sino también por el lento estrangulamiento al que están siendo sometidos por la falta de abastecimiento.
«Una vez más, demandamos a los actores en conflicto el respeto de las reglas de la guerra. Así mismo, pedimos a quienes tienen influencia sobre a las partes enfrentadas que detengan esta carnicería. El mensaje es claro: el bombardeo de hospitales e infraestructuras civiles debe terminar, tiene que permitirse le evacuación de las personas gravemente enfermas y de los heridos y no debe bloquearse el suministro de alimentos, medicamentos y bienes vitales para la ciudad «, añade Marco. MSF gestiona seis centros médicos en todo el norte de Siria y facilita apoyo a más de 150 centros de salud y hospitales de todo el país, muchos de ellos en zonas sitiadas.
Fuerte aumento de la violencia contra los refugiados desde el cierre de fronteras en los Balcanes
La nueva política migratoria de Hungría permite devolver en caliente a todas aquellas personas que sean detenidas a menos de 8 kilómetros de la frontera con Serbia. Un alto porcentaje de los casos de violencia atendidos por MSF habrían sido provocados por las autoridades húngaras.
El 9 de marzo de 2016, los líderes europeos anunciaron que la llamada «ruta de los Balcanes» se clausuraba, después de que Croacia, Antigua República Yugoslava de Macedonia (ARYM) y Eslovenia cerraran por completo sus fronteras a quienes intentaban pasar a través de esos países para buscar asilo en el norte de Europa. Para miles de personas que huyen de la violencia, esta ruta representaba una de las pocas vías para alcanzar la seguridad y la protección que en teoría debería ofrecerles Europa. Los médicos y psicólogos de Médicos Sin Fronteras (MSF) que continúan trabajando en estos países han podido constatar el aumento de la violencia contra los refugiados desde que se «cerrara» la ruta.
Muchos líderes europeos afirman que el problema de la ruta de los Balcanes se ha resuelto tras el cierre de fronteras, pero la dramática situación humanitaria en la región está aún lejos de haber terminado. Hoy en día, cientos de personas vulnerables siguen varadas en Serbia, ARYM y Bulgaria tratando de llegar a sus destinos finales a través de rutas peligrosas que controlan contrabandistas, o atascados en zonas de tránsito entre las fronteras de Serbia, Hungría y Macedonia.
Los equipos de MSF en Serbia han observado que el empeoramiento de la situación humanitaria y médica está directamente relacionado con las restricciones en las fronteras que sufren miles de refugiados y solicitantes de asilo.
«Desde el cierre de fronteras, hemos notado un fuerte incremento en el número de pacientes que presentan señales de haber sufrido abusos, así como traumatismos físicos producto de la violencia ejercida contra ellos. Muchos de estos casos fueron presuntamente cometidos por las autoridades húngaras», explica Simon Burroughs, coordinador general de la misión de MSF en Serbia. «Condenamos sin paliativos el uso de la fuerza excesiva e instamos a las autoridades húngaras a que tomen las acciones necesarias para terminar con estas prácticas».
En los últimos meses, la posibilidad de solicitar asilo en la UE a través de Hungría se ha reducido drásticamente. A principios de julio, la nueva política nacional permite llevar a cabo controles migratorios a mayor distancia de la frontera y devolver en caliente a todas aquellas personas que sean detenidas ya en Hungría, pero que se encuentren dentro de un área que diste menos de 8 kilómetros de la frontera con Serbia. Ante esta perspectiva, decenas de las familias están atrapadas ante el dilema de tener que esperar en una condiciones deplorables o quedar expuestos a más violencia y abusos en las peligrosas rutas dominadas por contrabandistas.
Desde el 1 de abril hasta 30 de junio, los equipos de MSF realizaron 510 consultas de salud mental y, de ellas, 188 fueron a supervivientes de acontecimientos traumáticos como maltratos y torturas, encarcelamientos, secuestros y violencia sexual perpetrados por contrabandistas, la policía o personas de la propia comunidad. La proporción de consultas que ha atendido MSF en relación con tales traumas ha aumentado a más del doble desde marzo, y supuso 1 de cada 10 casos vistos por los médicos de la organización entre abril y junio.
De estas personas, entre las que se incluyen mujeres y niños, el 65 % indican que sufrieron traumatismos físicos por parte de personas uniformadas en territorio húngaro, y el 35 % afirman que esta violencia proviene de otros causantes (ladrones, contrabandistas y otros refugiados).
«Nos preocupa que las nuevas medidas adoptadas por las autoridades húngaras puedan favorecer el aumento de la violencia contra los refugiados, ya que se les está tratando de una manera cada vez más parecida a la que le proporcionan a los criminales», añade Burroughs.
Estas restricciones también han creado una situación especialmente preocupante en las zonas de tránsito en la frontera entre Serbia y Hungría, donde MSF lleva a cabo varias clínicas móviles que permiten prestar atención médica, apoyo psicológico y servicios básicos de saneamiento.
«Las condiciones aquí no son aptas para los seres humanos. Las familias viven en tiendas de campaña inadecuadas, sin duchas, sin agua potable y sin acceso a los servicios básicos», continúa Burroughs. «A pesar de que llevamos meses pidiendo a las autoridades serbias que mejoren estas condiciones, la situación apenas ha cambiado desde entonces: la gente está desesperada y esto está afectando directamente a su salud física y mental».
«MSF ha visto un aumento constante y significativo de los problemas que reflejan el impacto psicológico de las restrictivas condiciones fronterizas, como la depresión, el trastorno por estrés postraumático y la ansiedad».
El número de pacientes diagnosticados de depresión por MSF aumentó a casi uno de cada tres (31,2 %) después de marzo, en comparación con el 26,7 % que se veía en octubre de 2015. La proporción de personas con trastorno de estrés postraumático (TEPT) también aumentó en el mismo período (del 14 % al 15,9 %), así como la ansiedad (3,8 % a 6,6 %). El aumento de dichas patologías se produjo de forma paralela a la entrada en vigor de las políticas fronterizas restrictivas en marzo.
MSF también ha seguido tratando a cada vez más personas con patologías asociadas directamente a sus condiciones de vida. Más de la mitad de las consultas que lleva a cabo MSF son por infecciones de las vías respiratorias superiores, enfermedades digestivas y enfermedades de la piel».
“Las políticas de la UE han contenido el flujo de personas que buscan protección en Europa a través de los Balcanes; sin embargo, miles de personas han quedado abandonadas a su suerte y sin visibilidad, mucho más expuestas a la violencia, la miseria y la desesperación. Los gobiernos de Europa y los países occidentales de los Balcanes no han sabido responder a las necesidades de miles de personas, y además están promoviendo políticas con consecuencias nefastas para el bienestar de personas que ya son vulnerables. Una vez más, instamos a los líderes europeos a que proporcionen alternativas seguras y legales a quienes buscan protección», concluye Burroughs. «Deben revisarse las políticas restrictivas en la frontera entre Serbia y Hungría, así como las condiciones de vida que están ofreciendo a las personas en tránsito».
MSF