REDACCIÓN CENTRAL (ACI).- El Papa Francisco recurrió al “himno de la caridad” de San Pablo, de su primera Carta a los Corintios, para dar algunos consejos sobre cómo sostener un buen matrimonio en el tiempo fundado en el amor verdadero.
“Es valioso detenerse a precisar el sentido de las expresiones de este texto, para intentar una aplicación a la existencia concreta de cada familia”, explicó.
- La paciencia: Esta, escribió Francisco, “no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos”, sino que “el amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía”.
“El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que sólo se cumpla la propia voluntad. Entonces todo nos impacienta, todo nos lleva a reaccionar con agresividad”, advirtió.
- Actitud de servicio: El Papa destacó que en su carta, San Pablo “quiere insistir en que el amor no es sólo un sentimiento, sino que se debe entender en el sentido que tiene el verbo ‘amar’ en hebreo: es ‘hacer el bien’”.
“Como decía san Ignacio de Loyola, ‘el amor se debe poner más en las obras que en las palabras’. Así puede mostrar toda su fecundidad, y nos permite experimentar la felicidad de dar, la nobleza y la grandeza de donarse sobreabundantemente, sin medir, sin reclamar pagos, por el solo gusto de dar y de servir”.
- Sanar la envidia: “En el amor no hay lugar para sentir malestar por el bien de otro”, subrayó el Papa, al tiempo que explicó que “la envidia es una tristeza por el bien ajeno, que muestra que no nos interesa la felicidad de los demás, ya que estamos exclusivamente concentrados en el propio bienestar”.
El Santo Padre indicó que “el verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza, y se libera del sabor amargo de la envidia. Acepta que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida”.
- No hacer alarde ni agrandarse: Francisco destacó que “quien ama, no solo evita hablar demasiado de sí mismo, sino que además, porque está centrado en los demás, sabe ubicarse en su lugar sin pretender ser el centro”.
“Algunos se creen grandes porque saben más que los demás, y se dedican a exigirles y a controlarlos, cuando en realidad lo que nos hace grandes es el amor que comprende, cuida, protege al débil”, dijo.
- Ser amables: “Amar también es volverse amable”, precisó el Papa, y esto quiere decir “que el amor no obra con rudeza, no actúa de modo descortés, no es duro en el trato”.
“Sus modos, sus palabras, sus gestos, son agradables y no ásperos ni rígidos. Detesta hacer sufrir a los demás”.
- Ser desprendido: Contraria a la frase popular que dice “que para amar a los demás primero hay que amarse a sí mismo”, el Papa recordó que en este himno, San Pablo “afirma que el amor ‘no busca su propio interés’, o ‘no busca lo que es de él’”.
“Hay que evitar darle prioridad al amor a sí mismo como si fuera más noble que el don de sí a los demás”.
- Sin violencia interior: El Papa alentó en la Amoris Laetitia a evitar “una irritación no manifiesta que nos coloca a la defensiva ante los otros, como si fueran enemigos molestos que hay que evitar”.
“El Evangelio invita más bien a mirar la viga en el propio ojo”, añadió, para luego exhortar a que “si tenemos que luchar contra un mal, hagámoslo, pero siempre digamos ‘no’ a la violencia interior”.
- Perdón: Francisco recomendó no dejar lugar “a ese rencor que se añeja en el corazón”, sino trabajar en “un perdón que se fundamenta en una actitud positiva, que intenta comprender la debilidad ajena y trata de buscarle excusas a la otra persona”.
El Papa aseguró que la comunión familiar “puede ser conservada y perfeccionada solo con un gran espíritu de sacrificio”, que exige “una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación”.
- Alegrarse con los demás: “Cuando una persona que ama puede hacer un bien a otro, o cuando ve que al otro le va bien en la vida, lo vive con alegría, y de ese modo da gloria a Dios”, indicó el Santo Padre.
“La familia debe ser siempre el lugar donde alguien, que logra algo bueno en la vida, sabe que allí lo van a celebrar con él”.
- Disculpa todo: Esto, explicó el Papa, “implica limitar el juicio, contener la inclinación a lanzar una condena dura e implacable: ‘No condenéis y no seréis condenados’”.
“Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores. En todo caso, guardan silencio para no dañar su imagen. Pero no es sólo un gesto externo, sino que brota de una actitud interna”.
- Confía: “No se trata sólo de no sospechar que el otro esté mintiendo o engañando”, explicó el Santo Padre.
“No es necesario controlar al otro, seguir minuciosamente sus pasos, para evitar que escape de nuestros brazos. El amor confía, deja en libertad, renuncia a controlarlo todo, a poseer, a dominar”, dijo.
- Espera: Esta palabra, indicó el Papa, “indica la espera de quien sabe que el otro puede cambiar”.
“No significa que todo vaya a cambiar en esta vida. Implica aceptar que algunas cosas no sucedan como uno desea, sino que quizás Dios escriba derecho con las líneas torcidas de una persona y saque algún bien de los males que ella no logre superar en esta tierra”, señaló.
- Soporta todo: El Santo Padre señaló que esto “no consiste solo en tolerar algunas cosas molestas, sino en algo más amplio: una resistencia dinámica y constante, capaz de superar cualquier desafío”.
“El amor no se deja dominar por el rencor, el desprecio hacia las personas, el deseo de lastimar o de cobrarse algo. El ideal cristiano, y de modo particular en la familia, es amor a pesar de todo”.